viernes, 5 de febrero de 2010

Beata Ana de San Bartolomé.

El 1 de octubre de 1549 nace en el pueblo la Beata Ana de San Bartolomé, monja de la orden carmelita y que acabo siendo la secretaria de Santa Teresa. La madre de la Nati me dijo que habían enviado firmas para que la hiciesen santa pero no han tenido respuesta del Vaticano. Era esta leguita la beata Ana de San Bartolomé, enfermera ya veces secretaria de la Santa a partir de la nochebuena de 1577, en que ésta se lesionó el brazo izquierdo. Las otras cuatros fueron: Inés de Jesús (Tapia, prima de la Madre), Catalina del Espíritu Santo, María de San Bernardo y Juana de San Francisco. Al ir de Soria a Ávila, ya muy enferma fue convocada a Alba por la duquesa, aquí Teresa de Ávila expiró el día de San Francisco de Asís, en torno a las nueve de la tarde del jueves 4 de octubre de 1582 (15 de octubre en el nuevo calendario gregoriano que se iba cambiando en esa época) entre los brazos de la beata Ana de San Bartolomé.

En 1601, leyendo las obras de Santa Teresa, se sintió inspirada para introducir en Francia la reforma de esta gran carmelita y así inició su fundación y consiguió el auto realización real y la bula pontificia para construir el primer monasterio. Después de muchas dificultades, llegaron por fin de España seis carmelitas descalzas y entre éstas la sierva de Dios Ana de Jesús y la Beata Ana de San Bartolomé, iniciando en París la vida regular. El Papa Clemente VIII firma un decreto permitiendo la entrada de las hermanas a Francia. Un ideal conseguido. En 1604 llegaron a París las primeras hermanas Carmelitas. Iban dirigidas por dos religiosas que después serían beatas: la beata Ana de Jesús y la Madre Ana de San Bartolomé. Poco después las tres hijas de la señora Acarí se hicieron monjas carmelitas y luego lo será ella también. Ana de San Bartolomé ha regresado a Ávila cuatro siglos después de que la compañera, enfermera y secretaria de Santa Teresa de Jesús abandonara definitivamente España para fundar por Francia y otros lugares europeos, hasta morir en Amberes en 1622. Al monasterio de la Encarnación, desde la ciudad flamenca llegaba por vez primera una reliquia de la beata Ana de San Bartolomé, ya que su espíritu nunca abandonó la ciudad amurallada, ni dejó de estar presente en Ávila. Murió la Beata Ana de San Bartolomé el 7 de junio de 1626, precisamente el día de la Santísima Trinidad, cuya presencia sintió de manera especial en su alma durante los últimos años de su vida.

De ella decía Santa Teresa la famosa frase: Ana, Ana tú eres la santa, yo tengo la fama. Ana de San Bartolomé fue beatificada en 1917 y aún se espera su canonización. Sus escritos, inéditos hasta hace pocos años, complementan extraordinariamente las obras de Santa Teresa, ya que la Beata relata las vicisitudes de los últimos años de la vida de la Santa, su muerte, y el discurrir de la expansión del Carmelo Teresiano en Francia y Flandes. A los autores del anterior trabajo discográfico, publicado en 2003, 'Coloquio de amor', subtitulado 'Recital de poemas cantados de Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y la Beata Ana de San Bartolomé sobre música popular española del siglo XVI', ahora se añaden otros. Además de poemas de Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y la Beata Ana de San Bartolomé, 'Del corazón enamorado' incluye "versos de otras dos insignes carmelitas.

martes, 2 de febrero de 2010

Santa Teresa de Jesús de los Andes.

Juanita Fernández Solar es la primera chilena y la primera Carmelita americana que ha alcanzado el honor de los altares. Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900, en el seno de una familia acomodada muy cristiana. Sus padres fueron Miguel Fernández y Lucía Solar. Desde sus 6 años, asistía con su madre casi a diario a la santa misa y suspiraba por la Comunión, que recibió por primera vez el 11 de septiembre de 1910. También desde su niñez vivió una intensa vida mariana que fue uno de los cimientos fuertes de su vida espiritual. El conocimiento y amor de la Madre de Dios vivificó y sostuvo todos los momentos de su camino en el seguimiento de Cristo. Hizo sus estudios en el colegio del Sagrado Corazón (1907 - 1918). Profundamente afectiva, se creía incapaz de vivir separada de los suyos. Sin embargo, asumió generosamente la prueba de estudiar en régimen de internado los tres últimos cursos, como entrenamiento para la separación definitiva, que consumaría el 7 de mayo de 1919, ingresando en las Carmelitas Descalzas de Los Andes. A los 14 años el Señor le habló diciéndole que quería su corazón sólo para Él, dándole también la vocación al Carmelo. Dentro de su preparación está la lectura de santos carmelitas y la correspondencia con la Priora de Los Andes. A los 17 años expone su ideal carmelita "sufrir y orar" y con ardor defiende su vida contemplativa, que el mundo "tacha de inútil". Le ilusiona saber que su sacrificio servirá para mejorar y purificar al mundo.

Como Carmelita se llamó Teresa de Jesús, no alcanzando a vivir ni un año entero en el convento. Murió el 12 de abril de 1920. Las religiosas aseguraban que había entrado ya santa. De modo que, en tan corto tiempo, pudo consumar la carrera a la santidad que había iniciado muy en serio mucho antes de su primera comunión. "Cristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca", decía. Y su ilusión y su constante empeño fue asemejarse a El, configurarse con Cristo. Por eso, deseando llegar a ser una excelente copia suya, vivió decidida a ir hasta el fin del mundo atravesando el fuego si hubiera sido preciso para serle fiel. Estaba siempre dispuesta a servir y a sacrificarse por los demás, sobre todo por alegría y felicidad, para hacer amable y atractiva la virtud. Su vida fue enteramente normal y equilibrada. Alcanzó una envidiable madurez integrando en la más armoniosa síntesis lo divino y lo humano: oración, estudios, deberes hogareños y deporte, al que era aficionadísima, destacando en la natación y en la equitación. Como joven bellísima, simpática, deportista, alegre, equilibrada, servicial y responsable, Teresa de Los Andes está en inmejorables condiciones para arrastrar a la juventud en pos de Cristo, y para recordarnos a todos que es preciso cumplir el programa evangélico del amor para realizarnos como personas.

Por su intercesión está derramando el Señor una copiosa lluvia de gracias y favores de toda especie y atrayendo hacia Sí a innumerables hijos pródigos. Su santuario, visitado por más de cien mil peregrinos cada mes, se ha convertido en el centro espiritual de Chile. Así Teresa de Los Andes viene cumpliendo la misión que ya le fuera reconocida poco después de su muerte: despertar hambre y sed de Dios en nuestro mundo materializado.

Beatificada por Juan Pablo II en Santiago de Chile el 3 de abril de 1987, ha sido solemnemente canonizada por el mismo Sumo Pontífice en Roma el 21 de marzo de 1993.