miércoles, 16 de septiembre de 2009

Los y las Carmelitas.

El Monte Carmelo. Solar nativo de la orden carmelitana, el Monte Carmelo, en Palestina. Lindando con el Mediterráneo, Samaría y Galilea. Sitio agraciado y agradable. De real y simbólica hermosura. Con más de una cita en la Biblia.

Buena cuna para el brillo de su historia. Su Precursor, Elías.

Austeridad, recogimiento. Y, a flor de labios, el “vive Dios en cuya presencia estoy”.

Llama interior y fuente de aguas vivas.

Lo eremítico y lo apostólico en fácil desdoblamiento. Al servicio de la Iglesia: presentida primero y fundada después.

De Oriente, pasan los carmelitas a Occidente. Y al mundo entero. A lo cristianizado y a lo por convertir. Duplicando talentos para sí y para los demás.

Orden carmelitana: en aquella Palestina de tanto esperar, el esbozo de su manera de ser; y ahora, en cualquier parte, el reclamo de sus eternos valores. Vive con el tiempo a una.

“Y subiendo a un monte, llamó para sí a los que El quiso, para que le acompañaran… y para enviarles a predicar”. (Marcos, XXX – 13 – 14).

“Grande e ilustre familia religiosa, que representa históricamente uno de los más insignes y eficaces esfuerzos de la Iglesia Católica” (Pablo VI en el discurso al Capítulo General de los Carmelitas).

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