miércoles, 9 de diciembre de 2009

Pastoral Vocacional.

¿Qué es la llamada? La llamada es una escucha, una respuesta fresca y generosa a "Alguien". Es un instante, en el que se percibe, en lo íntimo, algo diferente en nosotros, algún insólito deseo que nos lleva a cambiar sin enterarnos, el modo de vivir, de pensar y de razonar. La plegaria, el silencio, la soledad son buenos síntomas del bien. Se cambia ruta y los otros se asombran. Querrían entender, descubrir y saber. Pero se convierte en un secreto entre nosotros y Dios: es el misterio. Dios se da conocer al que le sabe escuchar y quiere llegar a la luz... Entonces se hace urgente la respuesta a Él, que da sentido a nuestra vida, que da sentido a todo nuestro pensar y actuar. ¡Dios es nuestro absoluto! Al que hacemos regalo de lo que somos y podemos ser. Él es la plena realización de todos nuestros deseos. En Él se calman todas las ansiedades y las angustias del corazón. El corazón canta las misericordias del Dios: Alfa y Omega, Principio y Fin de nuestra vida. La plegaria mana espontánea del corazón, cuando se ha buscado y encontrado al que nos quiere y descubrimos que en Él está la plenitud absoluta de nuestra vida. No es otra cosa que expresión de amor: expresión más íntima que verbal.

Esto se convierte en guía, elección en nuestro cotidiano vivir y es estimulo en nuestro camino ascético. En efecto la plegaria empuja a obrar bien, al regalo de sí a Dios y al prójimo: es disponibilidad. La plegaria es un regalo, una pregunta, una acción de gracias, verdad de sí delante de Dios. La plegaria además debe ser humilde. Dios, en efecto, se da conocer al humilde, al que le sabe escuchar y al que quiere llegar a la luz. La plegaria viene del corazón y acaba sobre nuestros labios: "día y noche oraba continuamente".

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