lunes, 23 de noviembre de 2009

Jornada Ocupacional de la Carmelita Descalza.

LITURGIA DE LAS HORAS.
La liturgia de las horas es uno de los más gozosos deberes de las religiosas. Todas las comunidades están obligadas a celebrarla comunitariamente cada día. Como contemplativas , nosotras, monjas carmelitas, estamos llamadas a ofrecer a los hombres de nuestro tiempo ayudas válidas para la oración y la vida espiritual. Por lo mismo procuraremos dar ocasión y facilidad a los fieles para que participen en la celebración de la liturgia de las horas.

TRABAJO.
Una buena organización del trabajo favorece grandemente la vida contemplativa y la vida regular, contribuyendo al equilibrio Psicol.-físico de las hermanas y alejando de ellas ansiedades y preocupaciones exageradas que impiden el recogimiento interior. Procúrese que durante el trabajo realizado en común, se mantenga un clima de silencio propio del monasterio para no perjudicar el recogimiento, obedeciendo con ello al precepto de la Regla de trabajar en la tranquilidad y en silencio.

LA FORMACION.
La formación se ha de presentar de tal modo que la persona pueda comprenderla y abrazarla como una dinámica que durará toda la vida y no como un simple modo de llegar al compromiso definitivo con la Orden . El proceso no puede darse nunca por concluido porque la maduración, humana, espiritual, religiosa y carmelita va adelante con la vida misma de la persona que ha conocido a Cristo, ha respondido a su llamada y lo sigue en el Carmelo, dejándose acoger y transformar por su amor. La formación, pues, no se ha de ver como si se tratase de acumular un rico bagaje de ideas, de hábitos o un rígido estilo de vida. Se trata más bien de alcanzar una capacidad de discernimiento, de adaptación y de disponibilidad; cualidades que permiten renovar constantemente la vida y luchar continuamente por la adhesión radical a Cristo, según el genero de vida carmelita.

COMUNION FRATERNA.
Uno de los símbolos de la comunión fraterna es la mesa común donde, "escuchando algún pasaje de la Sagrada Escritura", recibiremos juntas el alimento que Dios, en su bondad, nos da cada día, fruto de la tierra y del trabajo del hombre.

RECREACION.
El ritmo alternado de oración y trabajo, exige tiempos de alegra recreación. Participaremos activamente en ellos ya que son momentos propicios "para la distracción del ánimo y para consolidar la salud del espíritu y del cuerpo".

SILENCIO.
Fuera de las horas de recreo guardarán silencio con el fin de dedicarse más facilidad al cultivo de la presencia de Dios durante los distintos trabajos, y en las horas dedicadas al estudio y la lectura espiritual

LA MUSICA.
Conservando y cultivando con sumo cuidado el tesoro de la música las carmelitas se reúnen diariamente para la preparación de la liturgia. Por tanto la música que está al servicio de la oración litúrgica, le da esplendor y enriquece los actos litúrgicos especialmente en la Eucaristía y en la salmodia.

FINALIZACION DEL DIA.
Observarán el gran silencio desde el rezo de completas hasta la hora establecida en el horario de comunidad.

Un día en un monasterio femenino.

HORARIO
06:30 despertar
07:00 laudes
07:30 oración personal
08:30 oficio de lecturas - tercia y desayuno
09:30 trabajo communitarian
13:30 sexta, examen, comida y recreación
14:50 hora de silencio - descanso
16:00 nona y exposición del santisimo
16:30 repaso de canto,refacción, lectura espiritual o estudio
18:30 visperas
19:00 eucaristia
19:30 lectio divina
21:00 cena-recreacion
22:30 completas
22:45 descanso- silencio mayor

SABADOS EUCARISTIA 8:50 (MAÑANA)
VIGILIA 9:45
DOMINGOS DESPERTAR A LAS 7:00 HORAS.

NOTA:
LA LECTIO DIVINA LOS LUNES DEPUÉS DE LA EUCARISTÍA EN EL SALÓN. MIÉRCOLES Y JUEVES LA LECTURA DE COMUNIDAD A LAS 8:30 EN LA SALA. LAS HERMANAS EN FORMACION QUE SIGAN ALGÚN ESTUDIO PARTICULAR, DEDICARÁN LA HORA DE ESTUDIO POR LA MAÑANA.

El capítulo de cada monasterio fiará un horario conveniente en el que se establezca los actos de la jornada. Cumpliremos estos actos con tal disposición de espíritu, que podamos experimentar, por medio de la fe, la presencia de Cristo que prometió estar en medio de los que se reúnen en su nombre. Aun sabiendo que la uniformidad material no es el principal elemento de la unión fraterna, sino sólo un medio, todas contribuiremos a procurarla activamente.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Elias y María.

Cuando tratamos de seguir a Jesucristo, nosotros los Carmelitas encontramos nuestra inspiración en la vida del Profeta Elías y de la Virgen María.

EL PROFETA ELIAS.

La memoria de Elías se guardó siempre viva de modo particular en el Monte Carmelo, donde se eligió seguir al Dios de Israel. Según el relato, Primer libro de los Reyes, capítulo 18, el sacrificio de Elías, consumado por el fuego que descendió del cielo, mostró al pueblo que Llame era el verdadero Dios. Elías estuvo disponible para la obra de Dios y enviado a proclamar su palabra. Emprendió un largo viaje por el desierto, un viaje que lo dejó exánime. Se cobijó bajo un árbol y pidió la muerte. Pero Dios no permitió su muerte, sino que lo impulsó a continuar su viaje hasta el monte Horeb. Cuando llegó, Dios se mostró a Elías, no en los consabidos signos del antiguo testamento: fuego, terremoto o del fuerte viento, sino en una ligera brisa. Elías fue enviada nuevamente a su pueblo para continuar cumpliendo la voluntad de Dios. De Elías, los Carmelitas aprenden a oír la voz de Dios en el silencio y en lo imprevisible. Intentan estar siempre disponibles a la Palabra de Dios para conformar la mente y el corazón de manera que el modo de vivir y trabajar sea profético y fiel a la memoria de nuestro Padre Elías.

LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA.

Los primeros ermitaños del Carmelo construyeron en medio de sus celdas una capilla. Fue el centro de sus vidas, en donde cada día se reunían para celebrar juntos la Santa Misa. Esta capilla se la dedicaron a la Bienaventurada Virgen María. Con este gesto el primer grupo de Carmelitas la escogió como Patrona, comprometiéndose a su fiel servicio y esperando de ella confiadamente su protección. Estaban orgullosos de llevar el título de "Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo" y defendieron este título con energía, cuando vieron amenazado el derecho a llevar este nombre. María acató la voluntad de Dios cuando se le pidió ser la Madre del Salvador. Ella meditó todos los acontecimientos de su vida y fue capaz de ver en ellos la mano de Dios en acción. María no se ensoberbeció por su especialísima vocación, sino alabó al Señor por haber mirado su humildad y haber hecho grandes cosas en Ella. Estuvo con Jesús al comienzo de su ministerio público cuando, en las bodas de Cana, le informó de la precaria situación: "No tienen vino". María lo asistió en su muerte en la cruz y allí se convierte en Madre de todos los creyentes. Al principio de las Actas de los Apóstoles encontramos a María en el Cenáculo, junto con los otros discípulos, orando y esperando la llegada del Espíritu Santo. Para todo carmelita, María está siempre en su propia vida, guiándolo y protegiéndolo en su obsequio a Jesucristo. Por muchos siglos el Escapulario del Carmen ha sintetizado en su significado la relación de los Carmelitas con la Virgen María. El Escapulario constituye una parte del hábito tradicional vestido por los religiosos. Llevar puesto el Escapulario es una señal de consagración a María, la Madre de Dios, y es un símbolo que invita a revestirse de las virtudes de María y aceptar su protección. En la Virgen María los Carmelitas encuentran la imagen perfecta de todo lo que ellos esperan: entrar en una relación íntima con Cristo, estar totalmente abiertos a la voluntad de Dios y dejar que sus vidas sean transformadas por la Palabra de Dios. Los Carmelitas han considerado siempre a María la Patrona de la Orden, de la que se pregona que es Madre y Hermosura. Los Carmelitas viven en intimidad espiritual con ella, de modo que puedan aprender de ella a vivir como hijos de Dios. Elías y María son las figuras inspiradoras para todos los Carmelitas. Tienen un papel importantísimo en la vida y en la espiritualidad de la Orden que se declara perteneciente a María y mira a Elías como a su Padre espiritual.

EL ESCAPULARIO.

La Virgen María ocupa un lugar privilegiado en nuestra historia y desde el principio ha inspirado toda nuestra vida. Su figura impulsa nuestra fidelidad a Cristo y a la Iglesia y da a nuestras comunidades el tono familiar de los hermanos que encuentran su unidad en la mimas Madre. Queremos venerar e imitar a la Virgen de Nazaret, bajo la advocación de Madre del Carmelo, modelo de comunión con Cristo y de servicio a los hombres, ejemplo de vida evangélica, Madre de Cristo y de la Iglesia. Todo esto lo experimentamos también con la devoción del Escapulario, donde reconocemos nuestra pertenencia a María, y revestidos de sus virtudes, reproducimos su imagen en el mundo.

"El Escapulario es signo del amor materno, permanente y estable, de María para con los hermanos y hermanas carmelitas. Siguiendo su tradición, sobre todo a partir del s. XVI, el Carmelo ha expresado la proximidad amorosa de María con el pueblo de Dios mediante la devoción del Escapulario, signo de consagración a ella, vehículo de la agregación de los fieles a la Orden e instrumento popular y eficaz de evangelización."

Un signo de fe y compromiso cristianos.
Bendición e Imposición del Escapulario.
Liturgia de las Horas: 16 de julio.
Lechito Divina: Juan 19,25-27.
Novena a la Virgen del Carmen.
Juan Pablo II: 750 Aniversario del Escapulario.
Juan Pablo II: Audiencia General, 12 de septiembre de 2001.
Superiores Generales O.Carm-OCD: Con María, la Madre de Jesús.
Una presencia amable: María y el Carmelo (en inglés y italiano).

jueves, 12 de noviembre de 2009

Espiritualidad.

La Regla traza las líneas maestras de la vida carmelita en obsequio de Cristo según el espíritu de la Orden: meditar día y noche en la ley del Señor, en el silencio y en la soledad, para que la palabra de Dios abunde en el corazón y en la boca de quien la profesa; practicar asiduamente la oración, especialmente con vigilias y salmos; revestirse de las armas espirituales; vivir en comunión fraterna, expresada en la celebración diaria de la Eucaristía, en la reunión con los hermanos en forma de capítulo y en la comunión de bienes; corrección fraterna y caritativa de las faltas; austeridad de vida con el trabajo y la mortificación, fundada en la fe, la esperanza y el amor; conformidad de la propia voluntad con la de Dios buscada en la fe, con el diálogo y con el servicio del Prior a los hermanos. Peculiares de la espiritualidad del Carmelo son también el carácter eliano que los Carmelitas han desarrollado al vivir en el Carmelo, lugar de las gestas del gran profeta, y la familiaridad de vida espiritual con María, de la que son signos elocuentes el título de Hermanos y la primera iglesia edificada sobre el monte Carmelo y a ella dedicada.

REGLA

La norma de vida de San Alberto de Avogadro, dada a los Carmelitas entre los años de 1206 y 1214, y aprobada definitivamente como verdadera y propia Regla del Carmen por Inocencio IV en el año 1247, ha tenido algunas mitigaciones no incluidas en el texto. La Regla Carmelita afirma que es fundamental: "vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" (n.2). Para vivir siguiendo las huellas de Jesucristo los Carmelitas se dedican más especialmente a:
  • Desarrollar la dimensión contemplativa del ser humano abriéndose al diálogo con Dios.
  • Tratarse como hermanos con caridad plena.
  • Meditar día y noche la Palabra del Señor.
  • Orar juntos o solos muchas veces al día.
  • Celebrar cada día la eucaristía.
  • Trabajar con las propias manos, como el apóstol Pablo.
  • Purificarse de toda mancha de pecado.
  • Vivir pobremente, poniendo en común los pocos bienes.
  • Amar la Iglesia y a todas las gentes.
  • Conformar la propia voluntad con la de Dios buscada en la fe con diálogo y discernimiento.
La Regla Carmelita es la más breve entre las Reglas conocidas, y compuesta casi exclusivamente de preceptos bíblicos. Aun hoy es rica de inspiración para la vida.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Centros de espiritualidad.

La matriz de toda la vida cristiana es "vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia". Los Carmelitas, a causa de su vocación cristiana y carmelita, buscan vivir su obsequio de Jesucristo, comprometiéndose en la búsqueda del rostro del Dios vivo (dimensión contemplativa de la vida), en la fraternidad y en el servicio (diakonía) en medio del pueblo. La tradición espiritual de la Orden Carmelita ha subrayado que estos tres elementos fundamentales del carisma no son valores aislados o inconexos, sino que están estrechamente ligados entre sí.

Esta misma tradición ha elaborado fuertemente la experiencia de desierto como proceso dinámico unificador de estos valores: es el compromiso del Carmelita para hacer de Cristo crucificado, hombre despojado y desprendido de todo, el fundamento de la propia vida, y para dirigir hacia Él, a través de la fe, todas sus energías, destruyendo todo obstáculo que se oponga a la perfecta dependencia de Él, y a la perfecta caridad para con Dios y los hermanos. Cuando, a través de este proceso, llegamos a ver la realidad con los ojos de Dios, nuestra actitud hacia el mundo se transforma según su amor, y la contemplación de la presencia amorosa de Dios se encarna en nuestra vida de fraternidad y de servicio.

Desde sus orígenes la fraternidad del Carmelo adoptó un estilo contemplativo, tanto en las estructuras como en los valores de fondo. Este estilo, en efecto, aparece evidente en la Regla que delinea una fraternidad que está a la escucha orante de la Palabra y es asidua en la celebración de la alabanza de su Señor; una comunidad formada por personas que quieren dejarse plasmar y habitar por los valores del Espíritu: castidad, pensamiento santo, justicia, amor, fe, espera de la salvación, trabajo realizado en la paz, silencio que da sabiduría a palabras y acciones, discernimiento que es "guía de las virtudes".

La tradición de la Orden ha interpretado siempre la Regla y el carisma fundante como expresión de la dimensión contemplativa de la vida, y a esta vocación contemplativa se refieren siempre los grandes maestros espirituales de la Familia Carmelita. La contemplación comienza cuando nos confiamos a Dios, sea cual sea el medio que Él escoja para acercarse a nosotros. Es una actitud de apertura a Dios, cuya presencia descubrimos por doquier. Así, la contemplación constituye el itinerario interior del individuo, que arranca de la libre iniciativa de Dios que lo toca y transforma en la unidad de amor con Él, elevándolo a poder gozar gratuitamente el ser amado por Dios y vivir en su presencia amorosa. Es ésta una experiencia transformante del amor de Dios que está por encima de todo y que nos vacía de nuestras limitadas e imperfectas maneras humanas de pensar, de amar y de obrar, y las cambia por otras divinas.

Guiados por el magisterio, por los documentos oficiales de la Orden y por los signos de los tiempos, invitaremos de buen grado a los fieles a introducirse en la riqueza de nuestra tradición y en la experiencia de la contemplación. Favoreceremos en los seglares el desarrollo de los dones y carismas que les son propios, a fin de que también ellos puedan comprometerse en la misión de la Iglesia.

martes, 3 de noviembre de 2009

Parroquias.

Las Constituciones Carmelitas hablando sobre la misión apostólica de la Orden en la Iglesia local declaran que "La misión del Carmelo se inserta en la misión de Jesús que vino para proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios y para la liberación plena y total del pecado y de la opresión. Como Carmelitas, nuestra inserción en el apostolado forma parte integrante de nuestro carisma. Estamos guiados por la enseñanza de los Pastores de la Iglesia, por nuestra tradición y sus valores, por los signos de los tiempos y, sobre todo, por la escucha de la Palabra, teniendo en cuenta su interpretación desde el punto de vista de los pobres. Nuestro servicio (diakonía) en la Iglesia debe ser valorado y renovado para que podamos responder a las preguntas que nos plantea la situación cultural, social y religiosa del pueblo."

Sin perder su carácter universal, la Orden Carmelita procura integrarse plenamente en la vida de las Iglesias locales. Esto implica una estrecha colaboración con los distintos componentes de dichas Iglesias. En la Iglesia local tratamos de contribuir con nuestro carisma a la labor de evangelización, despertando la sensibilidad hacia la dimensión contemplativa de la vida, hacia la fraternidad y hacia los compromisos concretos en pro de la justicia.

En la medida de nuestras posibilidades debemos estar dispuestos a desarrollar, en armonía con las normas y disposiciones pastorales de la Iglesia y de la Orden, las diferentes formas de apostolado deseadas por la Iglesia según las necesidades de los lugares y los tiempos. Conseguiremos esta meta especialmente a través del apostolado en parroquias, el servicio a los fieles en las iglesias, la formación de la juventud en las escuelas y en otras instituciones, la predicación de ejercicios espirituales, los estudios, la dirección, la enseñanza sobre problemas espirituales y otras iniciativas.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Misión Apostólica.

Nacida la Orden en el Monte Carmelo con fuerte acento eremítico, algunos decenios más tarde tuvo que afrontar el traslado a occidente, a causa de la reconquista musulmana. Allí, enana especia de “refundación”, sin dejar de poner el acento en el aspecto contemplativo y eremítico, entró dentro de los esquemas de las órdenes mendicantes. Tres siglos después, santa Teresa y san Juan de la Cruz, con una profunda creatividad, fruto de una experiencia de Dios fuertemente eclesial, realizaron una nueva reforma del Carmelo. En ella se asume con renovado vigor el aspecto contemplativo-oracional: manteniéndose fieles a los orígenes, marcaron con su carisma y de forma decisiva la trayectoria del Carmelo, asumiendo con renovado entusiasmo el aspecto apostólico misionero. En este sentido se deben entender las palabras de santa Teresa citadas con tanta frecuencia: “Ahora comenzamos y procuren ir comenzando siempre de bien en mejor2 F.29,32). Como carmelitas descalzos o teresianos (O.C.D.), queremos que nuestro primer servicio a la Iglesia y al mundo sea una creciente fidelidad a la propia vocación y misión dentro del Pueblo de Dios. La fidelidad a nuestro “ser” es la primera exigencia y condición indispensable para nuestro “obrar”: ser una presencia viva y una transmisión eficaz de la experiencia evangélica de Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz y de todos aquellos quecon su vida y doctrina enriquecieron el Carmelo.

La misión del Carmelo Descalzo se inserta en la misión de Jesús que vino para proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios y para la liberación plena y total del pecado y de la opresión. Como Carmelitas Descalzos, nuestra inserción en el apostolado forma parte integrante de nuestro carisma. Estamos guiados por la enseñanza de los pastores de la Iglesia, por nuestra tradición y sus valores, por los signos de los tiempos y, sobre todo, por la escucha de la Palabra, teniendo en cuenta su interpretación desde el punto de vista de los pobres. Nuestro servicio (diakonía) en la Iglesia debe ser valorado y renovado para que podamos responder a las preguntas que nos plantea la situación cultural, social y religiosa del pueblo. En nuestra misión debemos tener en cuenta los carismas y talentos de los hermanos y, al mismo tiempo, las limitaciones naturales de nuestra contribución.

Misiones.

Dios es siempre imprevisible y misterioso en su diálogo con el hombre y cómo lo impulsa a empeñarse en su Reino! Hace ocho siglos algunos cristianos provenientes de varios países, inspirados por el Espíritu de Dios y de su deseo de servirlo fielmente, se retiraron al Monte Carmelo en la Palestina. Fueron los primeros Carmelitas. Desde entonces, el Señor no ha cesado de llamar a hombres y mujeres a seguirlo en la Familia Carmelita. Ellos, fieles a su llamada a la contemplación, fraternidad y servicio, se hallan esparcido por casi todo el mundo.

El Reino de Dios no ha llegado todavía a su plenitud y el Espíritu continúa llamando a hombres y mujeres a comprometerse por el Reino en el seno de la Familia Carmelita. En efecto, en los últimos años, la Familia del Carmelo ha experimentado un aumento de vocaciones religiosas y sacerdotales... y muchas veces incluso de países donde los miembros del Carmelo ¡no están aún presentes! Para hacer frente a las llamadas de estos jóvenes y acogerlos en la Familia, la Orden Carmelita Descalza se ha empeñado en varias actividades misioneras.

Respondiendo a la llamada del Espíritu, proveniente de distintas partes del mundo, la Orden del Carmen Descalzo se ha empeñado con gran fe y coraje en llevar a cabo estos proyectos. Es el Espíritu de Dios el que ha iniciado a la Orden del Carmelo y el que la ha sostenido durante estos últimos ocho siglos. La realización de estos proyectos no será cosa fácil, pero con la ayuda de Dios, de Ntra. Madre del Carmen, de los cristianos llenos de celo por el Reino de Dios y la buena voluntad de la Familia Carmelita, todo será posible.

El amor a la Iglesia y la dedicación a su servicio están en la esencia misma del carisma teresiano. Sentimos la urgencia de anunciar el evangelio en espíritu misionero, ayudar a las jóvenes iglesias con nuestra presencia, implantar el Carmelo en tierras de misión, hacernos presentes con nuestro apostolado de espiritualidad en las iglesias misioneras…”La vocación del Carmelo teresiano se define en plenitud gracias a la progresiva experiencia eclesial de santa Teresa. Iluminada por este don singular, Teresa fijó la atención en los pueblos aún no cristianos y en adelante se sintió atraída a la contemplación del inmenso horizonte misional” (Cs.6).