La Regla traza las líneas maestras de la vida carmelita en obsequio de Cristo según el espíritu de la Orden: meditar día y noche en la ley del Señor, en el silencio y en la soledad, para que la palabra de Dios abunde en el corazón y en la boca de quien la profesa; practicar asiduamente la oración, especialmente con vigilias y salmos; revestirse de las armas espirituales; vivir en comunión fraterna, expresada en la celebración diaria de la Eucaristía, en la reunión con los hermanos en forma de capítulo y en la comunión de bienes; corrección fraterna y caritativa de las faltas; austeridad de vida con el trabajo y la mortificación, fundada en la fe, la esperanza y el amor; conformidad de la propia voluntad con la de Dios buscada en la fe, con el diálogo y con el servicio del Prior a los hermanos. Peculiares de la espiritualidad del Carmelo son también el carácter eliano que los Carmelitas han desarrollado al vivir en el Carmelo, lugar de las gestas del gran profeta, y la familiaridad de vida espiritual con María, de la que son signos elocuentes el título de Hermanos y la primera iglesia edificada sobre el monte Carmelo y a ella dedicada.
REGLA
La norma de vida de San Alberto de Avogadro, dada a los Carmelitas entre los años de 1206 y 1214, y aprobada definitivamente como verdadera y propia Regla del Carmen por Inocencio IV en el año 1247, ha tenido algunas mitigaciones no incluidas en el texto. La Regla Carmelita afirma que es fundamental: "vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" (n.2). Para vivir siguiendo las huellas de Jesucristo los Carmelitas se dedican más especialmente a:
REGLA
La norma de vida de San Alberto de Avogadro, dada a los Carmelitas entre los años de 1206 y 1214, y aprobada definitivamente como verdadera y propia Regla del Carmen por Inocencio IV en el año 1247, ha tenido algunas mitigaciones no incluidas en el texto. La Regla Carmelita afirma que es fundamental: "vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" (n.2). Para vivir siguiendo las huellas de Jesucristo los Carmelitas se dedican más especialmente a:
- Desarrollar la dimensión contemplativa del ser humano abriéndose al diálogo con Dios.
- Tratarse como hermanos con caridad plena.
- Meditar día y noche la Palabra del Señor.
- Orar juntos o solos muchas veces al día.
- Celebrar cada día la eucaristía.
- Trabajar con las propias manos, como el apóstol Pablo.
- Purificarse de toda mancha de pecado.
- Vivir pobremente, poniendo en común los pocos bienes.
- Amar la Iglesia y a todas las gentes.
- Conformar la propia voluntad con la de Dios buscada en la fe con diálogo y discernimiento.

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