La Orden de los Carmelitas tiene sus orígenes en el Monte Carmelo, en Palestina, donde, como recuerda el II Libro de los Reyes, el gran Profeta Elías luchó en defensa de la pureza de la fe en el Dios de Israel, venciendo en la lid con los sacerdotes de Baal y donde el mismo Profeta, orando en la soledad, vio aparecer una nubecilla portadora de benéfica lluvia después de la sequía. Desde siempre este monte ha sido considerado el jardín floreciente de Palestina y símbolo de fertilidad y belleza. "Karmel" de hecho significa "jardín".
En el siglo XII (quizás después de la tercera cruzada, 1189-1191) algunos penitentes-peregrinos, provenientes de Europa, se establecieron junto a la "fuente de Elías", en una de las estrechas vaguadas del Monte Carmelo, para vivir en forma eremítica y en la imitación del Profeta Elías su vida cristiana en la misma tierra del Señor Jesucristo. Tanto entonces como después los Carmelitas no reconocieron a ninguno en particular con el título de fundador, permaneciendo fieles al modelo Elías ligado al Carmelo por episodios bíblicos y por la tradición patrística greco-latina, que veía en el Profeta uno de los fundadores de la vida monástica. Habiendo sido construida una pequeña iglesia en medio de las celdas, la dedicaron a María, Madre de Jesús, desarrollando el sentido de pertenencia a la Virgen como la Señora del lugar y como Patrona, y tomaron de ahí el nombre de "Hermanos de Santa María del Monte Carmelo". El Carmelo por este motivo está profundamente ligado a Elías y a María. Del Profeta ha heredado la pasión ardiente por el Dios vivo y verdadero y el deseo de interiorizar la Palabra en el corazón para testimoniar su presencia en el mundo; con María, la Virgen Purísima Madre de Dios, se empeña en vivir "en obsequio de Jesucristo" con los mismos sentimientos de intimidad y profundidad de relación que tuvo María.
Este grupo de ermitaños laicos para tener una cierta estabilidad jurídica se dirigió al Patriarca de Jerusalén, Alberto Avogadro (1150-1214), residente en aquel tiempo en San Juan de Acre, en las cercanías del Monte Carmelo. Este escribió para ellos una norma de vida, entre el 1206-1214. Sucesivas aprobaciones de esta norma de vida por parte de varios papas ayudaron al proceso de transformación del grupo hacia una Orden Religiosa, cosa que aconteció con la aprobación definitiva de tal texto como Regla por Inocencio IV en el 1247. La Orden del Carmelo fue de este modo inserta en la corriente de las Ordenes Mendicantes.
Hacia el 1235, sin embargo, los Carmelitas debieron en parte abandonar el lugar de origen, a causa de las incursiones y persecuciones de los sarracenos, que estaban reconquistando la Tierra Santa, retomándola a los cruzados. Regresaron en general a los países de origen en Europa.
En el siglo XII (quizás después de la tercera cruzada, 1189-1191) algunos penitentes-peregrinos, provenientes de Europa, se establecieron junto a la "fuente de Elías", en una de las estrechas vaguadas del Monte Carmelo, para vivir en forma eremítica y en la imitación del Profeta Elías su vida cristiana en la misma tierra del Señor Jesucristo. Tanto entonces como después los Carmelitas no reconocieron a ninguno en particular con el título de fundador, permaneciendo fieles al modelo Elías ligado al Carmelo por episodios bíblicos y por la tradición patrística greco-latina, que veía en el Profeta uno de los fundadores de la vida monástica. Habiendo sido construida una pequeña iglesia en medio de las celdas, la dedicaron a María, Madre de Jesús, desarrollando el sentido de pertenencia a la Virgen como la Señora del lugar y como Patrona, y tomaron de ahí el nombre de "Hermanos de Santa María del Monte Carmelo". El Carmelo por este motivo está profundamente ligado a Elías y a María. Del Profeta ha heredado la pasión ardiente por el Dios vivo y verdadero y el deseo de interiorizar la Palabra en el corazón para testimoniar su presencia en el mundo; con María, la Virgen Purísima Madre de Dios, se empeña en vivir "en obsequio de Jesucristo" con los mismos sentimientos de intimidad y profundidad de relación que tuvo María.
Este grupo de ermitaños laicos para tener una cierta estabilidad jurídica se dirigió al Patriarca de Jerusalén, Alberto Avogadro (1150-1214), residente en aquel tiempo en San Juan de Acre, en las cercanías del Monte Carmelo. Este escribió para ellos una norma de vida, entre el 1206-1214. Sucesivas aprobaciones de esta norma de vida por parte de varios papas ayudaron al proceso de transformación del grupo hacia una Orden Religiosa, cosa que aconteció con la aprobación definitiva de tal texto como Regla por Inocencio IV en el 1247. La Orden del Carmelo fue de este modo inserta en la corriente de las Ordenes Mendicantes.
Hacia el 1235, sin embargo, los Carmelitas debieron en parte abandonar el lugar de origen, a causa de las incursiones y persecuciones de los sarracenos, que estaban reconquistando la Tierra Santa, retomándola a los cruzados. Regresaron en general a los países de origen en Europa.

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