jueves, 24 de diciembre de 2009

¡Feliz Navidad!

Nuestro Salvador Jesucristo, nos conceda en este tiempo de Navidad, contemplar la muerte vencida y nos de la esperanza de la eternidad. ¡FELIZ NAVIDAD!

viernes, 18 de diciembre de 2009

San Juan de la Cruz.

Juan Yepes, que éste era el nombre y apellido “civil” de San Juan de la Cruz, vino al mundo en Fontiveros muy probablemente en 1542. De sus padres, Gonzalo de Yepes y Catalina Alvarez, lo único que podemos afirmar es que eran muy pobres. Tienen tres hijos: Francisco será el mayor, Luis, el mediano, y Juan, el pequeño. Su padre Gonzalo morirá poco después de nacer Juan. Catalina, pobre y sola, se traslada con sus hijos a Medina del Campo. Allí ingresa a su hijo Juan en el colegio de la doctrina (huérfanos) donde aprendió las primeras letras. Trabaja de sirviente en un hospital de infecciosos y pide limosna por las calles, a la vez que estudia en los jesuitas. En 1563, desoyendo otras propuestas y por su amor a la Virgen María del Monte Carmelo, decide ingresar en la Orden del carmen en Medina del campo. Desde ahora será fray Juan de Santo Matía. Estudió en Salamanca, donde se ordena sacerdote en julio de 1567.

Juan, el “medio fraile” de Teresa. Físicamente de poca talla; gigante en el espíritu. Hombre de ciencia. Religioso muy dado a la virtud. Fray Juan está pensando ingresar en la Cartuja, piensa que se le es más fiel al Señor y se le presta mayor servicio a la Iglesia en recogida actitud de oración en apartado convento. En medio de esta crisis de crecimiento y madurez personal se encontrará con Teresa de Jesús. Bien por Teresa de Jesús, que lo asocia a su Reforma; eran tal para cual en los divinos planes.

“Padecer y ser despreciado por Vos…pedía a Cristo como recompensa. Holgábase en total abnegación. Exigente consigo mismo; suave con los hermanos. Edificante en todo. A partir de entonces el futuro santo cambia su nombre por el de Juan de la Cruz. Funda en Duruelo un convento de Carmelitas reformados o descalzos. Dirige a los novicios en Pastrana (Guadalajara) y es nombrado rector en el colegio de los Descalzos de Alcalá (1571), año en que la cristiandad dirigida por España de Felipe II obtiene sobre los turcos la victoria de Lepanto. Titular de la más celebrada escuela mística. Su doctrina es tamiz para la santidad canonizable. De arrebatado vuelo poético. Sin parangón en la lírica española. Era un recio suspiro ascendente y sabía sonreír. Tuvo la cruz por apellido y norma. Para rematar su vida y aquilatar aquella santidad, le sobrevino una cruel enfermedad. Primero fueron unas simples calenturas. Con inflamación en la pierna derecha. Y en vista de que no se le curan, le llevan a Ubeda, donde podrá contar con más medios. Sobre él se volcó la solicitud de los médicos y las gentes, que pronto supieron de su virtud. Pero ya había poco que hacer por mucho que sajaran los médicos, mientras fray Juan mantenía la paz y la sonrisa, y las gentes pregonaban su santidad. Tan poco remedio había, que el santo fue empeorando, y el 13 de diciembre de 1591 se fue a cantar Maitines al celo, como él anunció con gozo cuando oyó el toque de la campana que convocaba a los religiosos para el rezo. Tenía 49 años.

Su cuerpo fue trasladado después a Segovia donde reposa. Claro que más que sus reliquias lo que nos habla de él son sus libros magníficos, a los que la muerte dio, como a todos los santos, una fecundidad nueva, acreditando la verdad de aquel calificativo con que la santa le llamaba llena de cariño: Mi Senequita.

“En una noche oscura…”. Las relaciones entre Calzados y “Descalzos”, hasta entonces amistosas, se agriaron y terminaron con el secuestro violento de Juan, que permaneció de diciembre de 1577 a agosto de 1578 en la prisión conventual de los Calzados de Toledo, en una pequeña habitación sin luz, sometido a vejaciones y malos tratos. De allí nacerá su mejor poesía, desde la oscuridad de la celda inicia su “ascensión mística” hasta la luz y la fusión con su Creador.

La octava de la Asunción, Juan de la Cruz huye de forma espectacular de su cárcel, tras preparar concienzudamente su fuga. Poco después se le nombre superior del Convento del Calvario (Jaén) y Vicario de la orden. Al año siguiente (1579) funda el convento de Baeza y en 1582, el de Granada. En 1588, en el capítulo de Madrid, salió elegido Prior y Consejero del convento de Segovia. Sin embargo, en 1591 se le destituye por disensiones dentro de los propios Descalzos. Destinado a Andalucía, cae enfermo en La Peñuela (Jaén) de unas calenturillas sin remedio que le llevarán al sepulcro de Úbeda a las doce de la noche del 13 al 14 de diciembre de 1591. El 27 de diciembre de 1726 lo canoniza Benedicto XIII. Pío XI lo declara doctor de la Iglesia universal el 24 de agosto de 1926.

Juan de la Cruz escribe aquello que vive. Su vida y su magisterio oral y escrito llevan el sello de la cohesión y unidad más plena. Sus “obras mayores”: Subida del Monte Carmelo; Noche oscura del alma; Cántico espiritual; Llama de amor viva. Sus “obras menores”: Avisos; Cautelas, poesías; Cuatro avisos a un religioso; Cartas; Dichos de luz y amor, son un continuo canto al amor divino.

El hombre de “la noche oscura”, el hombre de las “negaciones” a todo amor dominante y posesivo de los bienes materiales, psicológicos y espirituales, el hombre de “la llama de amor viva”, que es Dios. Un hombre de una entereza ejemplar, de un único amor, absorbente y absoluto pero que, según él, es también el único amor que libera y engrandece, un hombre de ternura y de una comprensión extraordinaria.

Exigente, sin mediocridades paralizadoras, no instalado, siempre buscador de Dios, en la naturaleza y en la intimidad personal. Un hombre de carne y hueso, que padece, aguanta, comprende, disculpa, pero sobre todo, ama y ama desde la ribera de Dios. Un hombre: Juan de la Cruz.

Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos;
la noche sosegada
en par de los levantes del aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

Olvido de lo criado.
memoria del Criador,
atención a lo interior
y estarse amando al Amado.

Hace tal obra el amor,
después que le conocí,
que, si hay bien o mal en mí,
todo lo hace de un sabor,
y el alma transforma en sí;
y así, en su llama sabrosa,
la cual en mí estoy sintiendo,
aprieta, sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.
(San Juan de la Cruz).

martes, 15 de diciembre de 2009

Santa Teresa de Jesús.

Ir sobre los pasos de quienes dejaron huella luminosa al pasar: poner de manifiesto nuevamente aquellas sus ansias de perfección; gloriarse de tan ilustre ascendencia en lo espiritual: rasgos son de carmelita bien nacido a su orden, sabedor de lo mucho y bueno que tiene en casa.

Santa Teresa de Jesús, Madre de los Espirituales y Doctora de la Iglesia.

Teresa de Jesús, Teresa de Cepeda vino al mundo en la ciudad a Ávila el 28 de marzo de 1515. Nadie puede rechazar el origen judío de la santa, al descubrirse sin paliativos que el abuelo Juan Sánchez, natural de Toledo, se había visto procesado por la Inquisición en 1485. Su padre, don Alonso Sánchez Cepeda, para evitar constantes persecuciones, había emigrado a Ávila tras comprar una ejecutoria de hidalguía y casarse por dos veces con hidalgas avilenses con el fin de borrar su comprometedora ascendencia. Así se daría a la vida de noble, dilapidando las dotes de sus dos mujeres: doña Catalina del Peso y Henao de la que tuvo dos hijos; y su segunda esposa: doña Beatriz D´Avila y Ahumada, madre de Teresa, que tuvo nueve hijos. Sin embargo, en el ambiente austero de la amurallada ciudad en perfecta adecuación con el paisaje y la vida familiar, se vivió un clima de piedad y prácticas religiosas sincera profundas. La propia Teresa nos contará en posprimeros capítulos de su libro de la Vida sus juegos infantiles, su afición a la lectura de los libros de caballería, su fuga del hogar familiar con su hermano Rodrigo cuando apenas contaba siete años, con el fin de dirigirse a tierra de moros para sufrir martirio, el fallecimiento de su madre…

A los catorce años o algo más entró como educanda en el convento de las agustinas de Ávila y en 1535, sobre los veinte, movida por su amistad con la monja Briceño, que la hace volver a los fervores de niña, a la lectura de las Cartas de San Jerónimo y otras lecturas piadosas, la determinan a entrar en religión. El 2 de noviembre de 1535, Día de las Ánimas, ingresa en el Monasterio de las Carmelitas de la Encarnación. Reformar quiso el Carmelo, para más rigurosa observancia. Gozosa de ser Hija de la Iglesia. O padecer o morir…” repetía a menudo. De altísima oración, con dotes de gobierno. Emprendedora jovial. Para sus fundaciones, hubo de ser “andariega”; pero vivió largo tiempo, enclaustrada, alternando prelacía y éxtasis, coro y trabajo, mortificación y donaire.

Teresa de Jesús,- doctora mística, madre reformadora, maestra de espirituales, patrona de los escritores y periodistas…- gloria sin par del Carmelo y de la Iglesia.
A Teresa de Jesús, El, su Divino Esposo, le dijo llamarse Jesús de Teresa. Que… ¡ya está bien!

“LA ORACION NO CONSISTE EN PENSAR MUCHO, SINO EN AMAR MUCHO” (Santa Teresa)

Teresa, reformadora y fundadora. Doña Teresa Cepeda y Ahumada vivió la etapa más prolongada de su existencia en el monasterio de las Carmelitas de la Encarnación (1535-1562) e incluso regresó como priora. Muy en serio se tomó Teresa la vida ascética propia de la religión hasta el punto de caer gravemente enferma; en Becedas una curandera de aquel tiempo la puso al borde del sepulcro, ya abierto para enterrarla; de aquel colapso se recuperaría no sin desaparecer sus secuelas. Ya cerca de sus cuarenta años sufre una profunda crisis de madurez humana y espiritual, dura batalla que ha de librar en solitario al plantearse su total coherencia en la vida religiosa: todo o nada. Dos acontecimientos hacen que su vida espiritual cambie radicalmente de rumbo: la imagen de un “Cristo muy llagado” que al contemplarlo optó por El, y la lectura de las Confesiones de San Agustín.

Experimenta un intenso resurgir de su vida espiritual que la lleva a fundar en 1562 el convento de San José de Ávila. Le seguirán otros muchos fundados a lo largo y ancho de toda Castilla y Andalucía tras una lucha constante y titánica. En 1567 conoció en Medina del campo a aquel frailecito que fue siempre su mejor amigo y mentor espiritual y que se llamó en religión fray Juan de la Cruz: a él encomendó la tarea de la fundación de los conventos reformados de frailes. La lucha entre frailes “calzados” o sin reformar, y descalzos o reformados se agrava hasta hacer necesario en 1580, tras un breve de Roma, la separación de las dos ordenes. Cuando regresaba de su última fundación del convento de Burgos, se desvió hacia Alba de Tormes. En la villa ducal se sintió enferma, falleciendo el 4 de octubre de 1582.

Teresa, escritora. Sin creerse literata, escribió por obediencia y propio impulso, obras imperecederas. Con profunda facilidad y mucho estilo; admirablemente. Ágil pluma, preclara inteligencia, corazón transverberado. Su obra literaria, con excepción de algunas poesías, se halla escrita en prosa. Su primera obra es el Libro de la Vida. Los serenos años siguientes a la fundación de San José en Ávila escribe Camino de Perfección todo un catecismo de santidad en la vida religiosa carmelitana al servicio de la Iglesia y del ejercicio de la oración. Su obra cumbre: Las Moradas escrita en solo dos meses; Las Fundaciones: libro histórico sobre las vicisitudes de cada convento en su fundación, con alguna digresión doctrinal; su Epistolario, es abundante y alguno no ha dudado en llamarlo las “octavas moradas”; y otros escritos menores, pero no por ello de menos importancia como Las cuentas de Conciencia, (Relaciones), Exclamaciones, los Conceptos de amor de Dios, las Constituciones y Modelo de visitar conventos”.

Teresa es canonizada en 1622 por Gregorio XV. En 1970 Pablo VI la nombra Doctora de la Iglesia.

“Nuestra alma (es) como un castillo todo de un diamante u muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, ansí como en el cielo hay muchas moradas. Que si bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice El tiene sus deleites.

Puyes ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad, y verdaderamente apenas deven llegar nuestros entendimientos – por agudos que fuesen – a comprenderla, ansí como no pueden llegar a considerar a Dios, pues El mesmo dice que nos crió a su imagen y semejanza”. (Santa Teresa).

sábado, 12 de diciembre de 2009

Carmelitas Descalzas en Guatemala.

Doña Magdalena de Aceituno de Guzmán tenía grandes deseos de fundar un convento de Clarisas o de Carmelitas Descalzas. Doña Magdalena encomienda sus deseos a Don Bernardino de Obando, sacerdote ilustre en letras y virtud. Como espiritual que era, comprendió que sería útil para la ciudad de Guatemala un monasterio de carmelitas descalzas. Mueve todos los resortes.

Obando recurre a la Santa sede y el 26 de enero de 1675 la Sagrada Congregación expide el decreto otorgando el permiso solicitado. El 13 de febrero del mismo año, el Papa Clemente X lo confirma. Por Real Cédula del 13 de febrero de 1676 Carlos el Hechizado comunicó a la Real Audiencia de Guatemala la licencia que había dado su augusta madre para la fundación de un convento de Carmelitas Descalzas a solicitud del reverendo Padre Maestro Don Bernardo Obando.

Obando se traslada a Perú a principios de 1676 “cargado de patentes y buenos deseos” y se presenta ante las autoridades eclesiásticas. Dichas autoridades conceden licencia a la Madre Ana Catalana de San Joaquín y a las Hermanas María de la Asunción y María Jerónima de San Juan, Religiosas Profesas de velo negro, del monasterio de la ciudad de los Reyes, para que fuesen a dicha fundación del Convento de Santiago de Guatemala. Estas aceptaron complacidas su designación.

El 19 d febrero de 1677 la Autoridad Eclesiástica dio permiso a las fundadoras para salir del convento. El 26 de febrero dejaron la clausura de Santa Teresa de Lima. El 25 de mayo de1677 llegaron a Santiago de Guatemala y el 29 de septiembre de 1677, tomaron posesión de su convento e iglesia provisional. A raíz del terremoto de Santa María, 29 de julio de 1773, se destruyó la ciudad de Santiago. El 14 de enero de 1774 se celebró en el Cerrito del Carmen la misa del Espíritu Santo con asistencia de los vocales, que debían decidir con su voto la suerte final de la ciudad arruinada. Deciden abandonar la ciudad de Pancho por el Valle de la Virgen.

Se obliga a toda la población a trasladarse de la ciudad derruida al lugar escogido. La Madre Priora de las Carmelitas autoriza un síndico para que fuera a recibir el sitio señalado en el lugar escogido para hacer la ciudad. Las Carmelitas se quedaron con la manzana 738, lugar, como se le comunicó a la Priora, debía construir el monasterio. El traslado de las Carmelitas a la Nueva Guatemala de la Asunción se verificó a fines de 1779 o principios del siguiente, siendo Priora la Madre Micaela Manuela de la Concepción.

La Comunidad Teresiana se hallaba en un período de grande florecimiento regular, debido a la sólida virtud, claro talento y raras dotes de gobierno de algunas de sus preladas, entre las cuales merecen destacarse la ,madre María Teresa Aycinena y la Madre Adelaida de s. Teresa. De la primera hablaremos cuando desarrollemos su vida en el Carmelo Descalzo.

Todavía se recuerda en Guatemala el temple de acero que adornaba a la Priora de las carmelitas que protestó contra el Gobierno del General Barrios por el decreto del 17 de febrero de 18874 que obligaba a las cinco comunidades de religiosas a reunirse en el convento de Santa Catalina Mártir. Ciento treinta y tres monjas se juntaron en este monasterio. El 23 del mismo mes de febrero fueron forzadas a dejar la clausura, y el 3 de marzo apareció la orden salvaje de que salieran de él inmediatamente todas ellas, so pena de ser fusiladas, en el caso de contravenir las disposiciones gubernamentales.

Dicen los historiadores del Carmen que blanco de esta sañuda persecución fue la Madre Adelaida. Permaneció oculta por algún tiempo, para poder hurtarse de las iras del tirano. Pasado algún tiempo, pidió audiencia y Barrios se la concedió. Amiga de ir al fondo de la cuestión, sin rodeos ni paliativos, pidió al Presidente le devolviera el convento. Dicen que el Presidente Barrios estuvo a punto de concederle cuanto pedía la tan famosa Priora de las Teresa, pero el secretario intervino rápido en el diálogo, contestando a sí: Señora, la expulsión ha sido obra de un decreto y sería muy imprudente revocarlo casi al día siguiente de haberlo dado” La Madre supo contestarle con toda serenidad: “Dispénseme, señor, pero yo hablo con el Presidente y espero de sus labios una contestación favorable.

A pesar de su activa y valiosa intervención, la comunidad de las carmelitas hubo de correr la misma suerte que las demás religiosas: la expulsión y el destierro. Según los datos estadísticos de las Carmelitas de Guatemala, la última que profirió sus votos religiosos el 8 de octubre, fue la Hermana María del Espíritu Santo. Las religiosas que profesaron en los dos conventos teresianos de este reino, fueron ciento treinta y una.

El día 1 de septiembre de 1984, llegaron dos Religiosas Carmelitas Descalzas procedentes del Monasterio San José y Santa Teresa de Puebla de los Angeles, México. Con fecha 27 de septiembre del mismo año, llegaron tres Religiosas Carmelitas Descalzas del mismo monasterio, invitadas por Mons. Gerardo Flores Reyes, Obispo de las Verapaces, para vivir el carisma teresiano – sanjuanista. El 12 de diciembre de 1984 fue la inauguración de la vida religiosa en monasterio de Santa María de Guadalupe y San José.

Siempre reedificando. – Justamente se gloría Guatemala del bellísimo quetzal que ha tomado como símbolo de su nacionalidad soberana. Sin embargo, le cuadraría mejor tal vez el símbolo de otra ave: el fénix. Este expresaría con mayor viveza su continuo renacer. Porque cuantas veces se han conjurado los elementos para sepultarlo bajo las cenizas de sus iracundos volcanes, otras tantas ha surgido de las mismas cenizas más hermoso que antes, con nueva vitalidad, con renovadas energías.

Bajo ningún otro aspecto se verifica tan palpablemente esta realidad como en el destino de sus magníficos templos “Aquí siempre se está reedificando, siempre trabajando, siempre metidos en obra, pero sin concluirla jamás”, informaba a la Corte el primer Arzobispo de la Nueva Guatemala, cansado de ver trajinar durante tantos años a aquel hervidero humano de la traslación de la Capital, unos encorvados bajo el mecapal, otros blandiendo la paleta “toda la vida haciendo adobes”, como dijera el Ilmo. Marroquín. Las palabras de Mons. Francos y Monroy, parece dichas a propósito de la iglesia de Santa Teresa. Durante sus tres siglos de existencia ha estado constantemente reedificándose.

Comunicando Doña Guiomar de Ulloa a Santa Teresa, que la pared de convento se vino abajo, le dice la santa: “Si se ha caído, tornarla a levantar”.

“Tornarla a levantar”. Esta es la consigna que heredaron las Hijas de Santa Teresa en Guatemala; ésta, la ardua tarea de sus devotos.

Las Carmelitas Descalzas de la provincia de Centroamérica, están en 4 monasterios repartidas por:
  • Costa Rica, Escazú (1967).
  • Guatemala, Cobán (1984).
  • Honduras, Tegucigalpa (2004).
  • Nicaragua, El Crucero ( 2003).

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Quiénes Somos.

Con estos preámbulos hemos queridos contestar a la pregunta que tantos nos hacéis: quiénes somos. Queremos presentar y ofrecer con sencillez, verdad y humildad nuestra aportación a la Iglesia hoy, dentro de nuestra circunscripción, la provincia Carmelitana de Centroamérica.

Nuestra vida nace de la Fuente y la Raíz, se edifica desde la Piedra Angular, Cristo, a través del Don del espíritu Santo a Teresa de Jesús y a Juan de la Cruz. Somos conscientes de ser un regalo del espíritu a la Iglesia y como tal queremos vivir nuestro carisma, como fraternidades orantes al servicio de la iglesia, comunicando mediante el humilde servicio apostólico la experiencia de la amistad e intimidad con el Señor que diariamente queremos vivir y profundizar. Discípulos de María, la Virgen Madre, la Maestra de Oración y Contemplación, queremos apropiarnos a fondo de su experiencia. Para seguir haciendo presente la realidad de la Encarnación en nuestro mundo.

Nuestra Provincia religiosa denominada de Centroamérica, “Nuestra Señora de Guadalupe”, gracias a la labor fundacional de las Provincias españolas: la Provincia de Navarra y la provincia de Aragón y Valencia. Nuestra Provincia religiosa abarca las Naciones Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y Belice. En total somos (2005) 64 religiosos.

Conventos de Religiosos Carmelitas Descalzos de la Provincia Centroamericana:
  • Amatitlán (1986), Casa de Convivencias.
  • Guatemala- El Carmelo (1960), Parroquia.
  • Guatemala – Santa Teresa (1960), Capellanía.
  • Guatemala – Seminario (1994), Casa de Formación.
  • Lepaterique (1986), Noviciado.
  • Managua (1950), Parroquia.
  • Panajachel (1971), Parroquia.
  • Panamá (1843), Parroquia.
  • San José – Los Coses, (1972).
  • San Ramón (1978), Postulantado.
  • Santa Tecla (2007?), Casa Provincial.
  • Tegucigalpa (1967), Parroquia.
Ultimo Directorio, sin fecha, de la Provincia Centroamericana.

Pastoral Vocacional.

¿Qué es la llamada? La llamada es una escucha, una respuesta fresca y generosa a "Alguien". Es un instante, en el que se percibe, en lo íntimo, algo diferente en nosotros, algún insólito deseo que nos lleva a cambiar sin enterarnos, el modo de vivir, de pensar y de razonar. La plegaria, el silencio, la soledad son buenos síntomas del bien. Se cambia ruta y los otros se asombran. Querrían entender, descubrir y saber. Pero se convierte en un secreto entre nosotros y Dios: es el misterio. Dios se da conocer al que le sabe escuchar y quiere llegar a la luz... Entonces se hace urgente la respuesta a Él, que da sentido a nuestra vida, que da sentido a todo nuestro pensar y actuar. ¡Dios es nuestro absoluto! Al que hacemos regalo de lo que somos y podemos ser. Él es la plena realización de todos nuestros deseos. En Él se calman todas las ansiedades y las angustias del corazón. El corazón canta las misericordias del Dios: Alfa y Omega, Principio y Fin de nuestra vida. La plegaria mana espontánea del corazón, cuando se ha buscado y encontrado al que nos quiere y descubrimos que en Él está la plenitud absoluta de nuestra vida. No es otra cosa que expresión de amor: expresión más íntima que verbal.

Esto se convierte en guía, elección en nuestro cotidiano vivir y es estimulo en nuestro camino ascético. En efecto la plegaria empuja a obrar bien, al regalo de sí a Dios y al prójimo: es disponibilidad. La plegaria es un regalo, una pregunta, una acción de gracias, verdad de sí delante de Dios. La plegaria además debe ser humilde. Dios, en efecto, se da conocer al humilde, al que le sabe escuchar y al que quiere llegar a la luz. La plegaria viene del corazón y acaba sobre nuestros labios: "día y noche oraba continuamente".

lunes, 23 de noviembre de 2009

Jornada Ocupacional de la Carmelita Descalza.

LITURGIA DE LAS HORAS.
La liturgia de las horas es uno de los más gozosos deberes de las religiosas. Todas las comunidades están obligadas a celebrarla comunitariamente cada día. Como contemplativas , nosotras, monjas carmelitas, estamos llamadas a ofrecer a los hombres de nuestro tiempo ayudas válidas para la oración y la vida espiritual. Por lo mismo procuraremos dar ocasión y facilidad a los fieles para que participen en la celebración de la liturgia de las horas.

TRABAJO.
Una buena organización del trabajo favorece grandemente la vida contemplativa y la vida regular, contribuyendo al equilibrio Psicol.-físico de las hermanas y alejando de ellas ansiedades y preocupaciones exageradas que impiden el recogimiento interior. Procúrese que durante el trabajo realizado en común, se mantenga un clima de silencio propio del monasterio para no perjudicar el recogimiento, obedeciendo con ello al precepto de la Regla de trabajar en la tranquilidad y en silencio.

LA FORMACION.
La formación se ha de presentar de tal modo que la persona pueda comprenderla y abrazarla como una dinámica que durará toda la vida y no como un simple modo de llegar al compromiso definitivo con la Orden . El proceso no puede darse nunca por concluido porque la maduración, humana, espiritual, religiosa y carmelita va adelante con la vida misma de la persona que ha conocido a Cristo, ha respondido a su llamada y lo sigue en el Carmelo, dejándose acoger y transformar por su amor. La formación, pues, no se ha de ver como si se tratase de acumular un rico bagaje de ideas, de hábitos o un rígido estilo de vida. Se trata más bien de alcanzar una capacidad de discernimiento, de adaptación y de disponibilidad; cualidades que permiten renovar constantemente la vida y luchar continuamente por la adhesión radical a Cristo, según el genero de vida carmelita.

COMUNION FRATERNA.
Uno de los símbolos de la comunión fraterna es la mesa común donde, "escuchando algún pasaje de la Sagrada Escritura", recibiremos juntas el alimento que Dios, en su bondad, nos da cada día, fruto de la tierra y del trabajo del hombre.

RECREACION.
El ritmo alternado de oración y trabajo, exige tiempos de alegra recreación. Participaremos activamente en ellos ya que son momentos propicios "para la distracción del ánimo y para consolidar la salud del espíritu y del cuerpo".

SILENCIO.
Fuera de las horas de recreo guardarán silencio con el fin de dedicarse más facilidad al cultivo de la presencia de Dios durante los distintos trabajos, y en las horas dedicadas al estudio y la lectura espiritual

LA MUSICA.
Conservando y cultivando con sumo cuidado el tesoro de la música las carmelitas se reúnen diariamente para la preparación de la liturgia. Por tanto la música que está al servicio de la oración litúrgica, le da esplendor y enriquece los actos litúrgicos especialmente en la Eucaristía y en la salmodia.

FINALIZACION DEL DIA.
Observarán el gran silencio desde el rezo de completas hasta la hora establecida en el horario de comunidad.

Un día en un monasterio femenino.

HORARIO
06:30 despertar
07:00 laudes
07:30 oración personal
08:30 oficio de lecturas - tercia y desayuno
09:30 trabajo communitarian
13:30 sexta, examen, comida y recreación
14:50 hora de silencio - descanso
16:00 nona y exposición del santisimo
16:30 repaso de canto,refacción, lectura espiritual o estudio
18:30 visperas
19:00 eucaristia
19:30 lectio divina
21:00 cena-recreacion
22:30 completas
22:45 descanso- silencio mayor

SABADOS EUCARISTIA 8:50 (MAÑANA)
VIGILIA 9:45
DOMINGOS DESPERTAR A LAS 7:00 HORAS.

NOTA:
LA LECTIO DIVINA LOS LUNES DEPUÉS DE LA EUCARISTÍA EN EL SALÓN. MIÉRCOLES Y JUEVES LA LECTURA DE COMUNIDAD A LAS 8:30 EN LA SALA. LAS HERMANAS EN FORMACION QUE SIGAN ALGÚN ESTUDIO PARTICULAR, DEDICARÁN LA HORA DE ESTUDIO POR LA MAÑANA.

El capítulo de cada monasterio fiará un horario conveniente en el que se establezca los actos de la jornada. Cumpliremos estos actos con tal disposición de espíritu, que podamos experimentar, por medio de la fe, la presencia de Cristo que prometió estar en medio de los que se reúnen en su nombre. Aun sabiendo que la uniformidad material no es el principal elemento de la unión fraterna, sino sólo un medio, todas contribuiremos a procurarla activamente.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Elias y María.

Cuando tratamos de seguir a Jesucristo, nosotros los Carmelitas encontramos nuestra inspiración en la vida del Profeta Elías y de la Virgen María.

EL PROFETA ELIAS.

La memoria de Elías se guardó siempre viva de modo particular en el Monte Carmelo, donde se eligió seguir al Dios de Israel. Según el relato, Primer libro de los Reyes, capítulo 18, el sacrificio de Elías, consumado por el fuego que descendió del cielo, mostró al pueblo que Llame era el verdadero Dios. Elías estuvo disponible para la obra de Dios y enviado a proclamar su palabra. Emprendió un largo viaje por el desierto, un viaje que lo dejó exánime. Se cobijó bajo un árbol y pidió la muerte. Pero Dios no permitió su muerte, sino que lo impulsó a continuar su viaje hasta el monte Horeb. Cuando llegó, Dios se mostró a Elías, no en los consabidos signos del antiguo testamento: fuego, terremoto o del fuerte viento, sino en una ligera brisa. Elías fue enviada nuevamente a su pueblo para continuar cumpliendo la voluntad de Dios. De Elías, los Carmelitas aprenden a oír la voz de Dios en el silencio y en lo imprevisible. Intentan estar siempre disponibles a la Palabra de Dios para conformar la mente y el corazón de manera que el modo de vivir y trabajar sea profético y fiel a la memoria de nuestro Padre Elías.

LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA.

Los primeros ermitaños del Carmelo construyeron en medio de sus celdas una capilla. Fue el centro de sus vidas, en donde cada día se reunían para celebrar juntos la Santa Misa. Esta capilla se la dedicaron a la Bienaventurada Virgen María. Con este gesto el primer grupo de Carmelitas la escogió como Patrona, comprometiéndose a su fiel servicio y esperando de ella confiadamente su protección. Estaban orgullosos de llevar el título de "Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo" y defendieron este título con energía, cuando vieron amenazado el derecho a llevar este nombre. María acató la voluntad de Dios cuando se le pidió ser la Madre del Salvador. Ella meditó todos los acontecimientos de su vida y fue capaz de ver en ellos la mano de Dios en acción. María no se ensoberbeció por su especialísima vocación, sino alabó al Señor por haber mirado su humildad y haber hecho grandes cosas en Ella. Estuvo con Jesús al comienzo de su ministerio público cuando, en las bodas de Cana, le informó de la precaria situación: "No tienen vino". María lo asistió en su muerte en la cruz y allí se convierte en Madre de todos los creyentes. Al principio de las Actas de los Apóstoles encontramos a María en el Cenáculo, junto con los otros discípulos, orando y esperando la llegada del Espíritu Santo. Para todo carmelita, María está siempre en su propia vida, guiándolo y protegiéndolo en su obsequio a Jesucristo. Por muchos siglos el Escapulario del Carmen ha sintetizado en su significado la relación de los Carmelitas con la Virgen María. El Escapulario constituye una parte del hábito tradicional vestido por los religiosos. Llevar puesto el Escapulario es una señal de consagración a María, la Madre de Dios, y es un símbolo que invita a revestirse de las virtudes de María y aceptar su protección. En la Virgen María los Carmelitas encuentran la imagen perfecta de todo lo que ellos esperan: entrar en una relación íntima con Cristo, estar totalmente abiertos a la voluntad de Dios y dejar que sus vidas sean transformadas por la Palabra de Dios. Los Carmelitas han considerado siempre a María la Patrona de la Orden, de la que se pregona que es Madre y Hermosura. Los Carmelitas viven en intimidad espiritual con ella, de modo que puedan aprender de ella a vivir como hijos de Dios. Elías y María son las figuras inspiradoras para todos los Carmelitas. Tienen un papel importantísimo en la vida y en la espiritualidad de la Orden que se declara perteneciente a María y mira a Elías como a su Padre espiritual.

EL ESCAPULARIO.

La Virgen María ocupa un lugar privilegiado en nuestra historia y desde el principio ha inspirado toda nuestra vida. Su figura impulsa nuestra fidelidad a Cristo y a la Iglesia y da a nuestras comunidades el tono familiar de los hermanos que encuentran su unidad en la mimas Madre. Queremos venerar e imitar a la Virgen de Nazaret, bajo la advocación de Madre del Carmelo, modelo de comunión con Cristo y de servicio a los hombres, ejemplo de vida evangélica, Madre de Cristo y de la Iglesia. Todo esto lo experimentamos también con la devoción del Escapulario, donde reconocemos nuestra pertenencia a María, y revestidos de sus virtudes, reproducimos su imagen en el mundo.

"El Escapulario es signo del amor materno, permanente y estable, de María para con los hermanos y hermanas carmelitas. Siguiendo su tradición, sobre todo a partir del s. XVI, el Carmelo ha expresado la proximidad amorosa de María con el pueblo de Dios mediante la devoción del Escapulario, signo de consagración a ella, vehículo de la agregación de los fieles a la Orden e instrumento popular y eficaz de evangelización."

Un signo de fe y compromiso cristianos.
Bendición e Imposición del Escapulario.
Liturgia de las Horas: 16 de julio.
Lechito Divina: Juan 19,25-27.
Novena a la Virgen del Carmen.
Juan Pablo II: 750 Aniversario del Escapulario.
Juan Pablo II: Audiencia General, 12 de septiembre de 2001.
Superiores Generales O.Carm-OCD: Con María, la Madre de Jesús.
Una presencia amable: María y el Carmelo (en inglés y italiano).

jueves, 12 de noviembre de 2009

Espiritualidad.

La Regla traza las líneas maestras de la vida carmelita en obsequio de Cristo según el espíritu de la Orden: meditar día y noche en la ley del Señor, en el silencio y en la soledad, para que la palabra de Dios abunde en el corazón y en la boca de quien la profesa; practicar asiduamente la oración, especialmente con vigilias y salmos; revestirse de las armas espirituales; vivir en comunión fraterna, expresada en la celebración diaria de la Eucaristía, en la reunión con los hermanos en forma de capítulo y en la comunión de bienes; corrección fraterna y caritativa de las faltas; austeridad de vida con el trabajo y la mortificación, fundada en la fe, la esperanza y el amor; conformidad de la propia voluntad con la de Dios buscada en la fe, con el diálogo y con el servicio del Prior a los hermanos. Peculiares de la espiritualidad del Carmelo son también el carácter eliano que los Carmelitas han desarrollado al vivir en el Carmelo, lugar de las gestas del gran profeta, y la familiaridad de vida espiritual con María, de la que son signos elocuentes el título de Hermanos y la primera iglesia edificada sobre el monte Carmelo y a ella dedicada.

REGLA

La norma de vida de San Alberto de Avogadro, dada a los Carmelitas entre los años de 1206 y 1214, y aprobada definitivamente como verdadera y propia Regla del Carmen por Inocencio IV en el año 1247, ha tenido algunas mitigaciones no incluidas en el texto. La Regla Carmelita afirma que es fundamental: "vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" (n.2). Para vivir siguiendo las huellas de Jesucristo los Carmelitas se dedican más especialmente a:
  • Desarrollar la dimensión contemplativa del ser humano abriéndose al diálogo con Dios.
  • Tratarse como hermanos con caridad plena.
  • Meditar día y noche la Palabra del Señor.
  • Orar juntos o solos muchas veces al día.
  • Celebrar cada día la eucaristía.
  • Trabajar con las propias manos, como el apóstol Pablo.
  • Purificarse de toda mancha de pecado.
  • Vivir pobremente, poniendo en común los pocos bienes.
  • Amar la Iglesia y a todas las gentes.
  • Conformar la propia voluntad con la de Dios buscada en la fe con diálogo y discernimiento.
La Regla Carmelita es la más breve entre las Reglas conocidas, y compuesta casi exclusivamente de preceptos bíblicos. Aun hoy es rica de inspiración para la vida.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Centros de espiritualidad.

La matriz de toda la vida cristiana es "vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia". Los Carmelitas, a causa de su vocación cristiana y carmelita, buscan vivir su obsequio de Jesucristo, comprometiéndose en la búsqueda del rostro del Dios vivo (dimensión contemplativa de la vida), en la fraternidad y en el servicio (diakonía) en medio del pueblo. La tradición espiritual de la Orden Carmelita ha subrayado que estos tres elementos fundamentales del carisma no son valores aislados o inconexos, sino que están estrechamente ligados entre sí.

Esta misma tradición ha elaborado fuertemente la experiencia de desierto como proceso dinámico unificador de estos valores: es el compromiso del Carmelita para hacer de Cristo crucificado, hombre despojado y desprendido de todo, el fundamento de la propia vida, y para dirigir hacia Él, a través de la fe, todas sus energías, destruyendo todo obstáculo que se oponga a la perfecta dependencia de Él, y a la perfecta caridad para con Dios y los hermanos. Cuando, a través de este proceso, llegamos a ver la realidad con los ojos de Dios, nuestra actitud hacia el mundo se transforma según su amor, y la contemplación de la presencia amorosa de Dios se encarna en nuestra vida de fraternidad y de servicio.

Desde sus orígenes la fraternidad del Carmelo adoptó un estilo contemplativo, tanto en las estructuras como en los valores de fondo. Este estilo, en efecto, aparece evidente en la Regla que delinea una fraternidad que está a la escucha orante de la Palabra y es asidua en la celebración de la alabanza de su Señor; una comunidad formada por personas que quieren dejarse plasmar y habitar por los valores del Espíritu: castidad, pensamiento santo, justicia, amor, fe, espera de la salvación, trabajo realizado en la paz, silencio que da sabiduría a palabras y acciones, discernimiento que es "guía de las virtudes".

La tradición de la Orden ha interpretado siempre la Regla y el carisma fundante como expresión de la dimensión contemplativa de la vida, y a esta vocación contemplativa se refieren siempre los grandes maestros espirituales de la Familia Carmelita. La contemplación comienza cuando nos confiamos a Dios, sea cual sea el medio que Él escoja para acercarse a nosotros. Es una actitud de apertura a Dios, cuya presencia descubrimos por doquier. Así, la contemplación constituye el itinerario interior del individuo, que arranca de la libre iniciativa de Dios que lo toca y transforma en la unidad de amor con Él, elevándolo a poder gozar gratuitamente el ser amado por Dios y vivir en su presencia amorosa. Es ésta una experiencia transformante del amor de Dios que está por encima de todo y que nos vacía de nuestras limitadas e imperfectas maneras humanas de pensar, de amar y de obrar, y las cambia por otras divinas.

Guiados por el magisterio, por los documentos oficiales de la Orden y por los signos de los tiempos, invitaremos de buen grado a los fieles a introducirse en la riqueza de nuestra tradición y en la experiencia de la contemplación. Favoreceremos en los seglares el desarrollo de los dones y carismas que les son propios, a fin de que también ellos puedan comprometerse en la misión de la Iglesia.

martes, 3 de noviembre de 2009

Parroquias.

Las Constituciones Carmelitas hablando sobre la misión apostólica de la Orden en la Iglesia local declaran que "La misión del Carmelo se inserta en la misión de Jesús que vino para proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios y para la liberación plena y total del pecado y de la opresión. Como Carmelitas, nuestra inserción en el apostolado forma parte integrante de nuestro carisma. Estamos guiados por la enseñanza de los Pastores de la Iglesia, por nuestra tradición y sus valores, por los signos de los tiempos y, sobre todo, por la escucha de la Palabra, teniendo en cuenta su interpretación desde el punto de vista de los pobres. Nuestro servicio (diakonía) en la Iglesia debe ser valorado y renovado para que podamos responder a las preguntas que nos plantea la situación cultural, social y religiosa del pueblo."

Sin perder su carácter universal, la Orden Carmelita procura integrarse plenamente en la vida de las Iglesias locales. Esto implica una estrecha colaboración con los distintos componentes de dichas Iglesias. En la Iglesia local tratamos de contribuir con nuestro carisma a la labor de evangelización, despertando la sensibilidad hacia la dimensión contemplativa de la vida, hacia la fraternidad y hacia los compromisos concretos en pro de la justicia.

En la medida de nuestras posibilidades debemos estar dispuestos a desarrollar, en armonía con las normas y disposiciones pastorales de la Iglesia y de la Orden, las diferentes formas de apostolado deseadas por la Iglesia según las necesidades de los lugares y los tiempos. Conseguiremos esta meta especialmente a través del apostolado en parroquias, el servicio a los fieles en las iglesias, la formación de la juventud en las escuelas y en otras instituciones, la predicación de ejercicios espirituales, los estudios, la dirección, la enseñanza sobre problemas espirituales y otras iniciativas.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Misión Apostólica.

Nacida la Orden en el Monte Carmelo con fuerte acento eremítico, algunos decenios más tarde tuvo que afrontar el traslado a occidente, a causa de la reconquista musulmana. Allí, enana especia de “refundación”, sin dejar de poner el acento en el aspecto contemplativo y eremítico, entró dentro de los esquemas de las órdenes mendicantes. Tres siglos después, santa Teresa y san Juan de la Cruz, con una profunda creatividad, fruto de una experiencia de Dios fuertemente eclesial, realizaron una nueva reforma del Carmelo. En ella se asume con renovado vigor el aspecto contemplativo-oracional: manteniéndose fieles a los orígenes, marcaron con su carisma y de forma decisiva la trayectoria del Carmelo, asumiendo con renovado entusiasmo el aspecto apostólico misionero. En este sentido se deben entender las palabras de santa Teresa citadas con tanta frecuencia: “Ahora comenzamos y procuren ir comenzando siempre de bien en mejor2 F.29,32). Como carmelitas descalzos o teresianos (O.C.D.), queremos que nuestro primer servicio a la Iglesia y al mundo sea una creciente fidelidad a la propia vocación y misión dentro del Pueblo de Dios. La fidelidad a nuestro “ser” es la primera exigencia y condición indispensable para nuestro “obrar”: ser una presencia viva y una transmisión eficaz de la experiencia evangélica de Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz y de todos aquellos quecon su vida y doctrina enriquecieron el Carmelo.

La misión del Carmelo Descalzo se inserta en la misión de Jesús que vino para proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios y para la liberación plena y total del pecado y de la opresión. Como Carmelitas Descalzos, nuestra inserción en el apostolado forma parte integrante de nuestro carisma. Estamos guiados por la enseñanza de los pastores de la Iglesia, por nuestra tradición y sus valores, por los signos de los tiempos y, sobre todo, por la escucha de la Palabra, teniendo en cuenta su interpretación desde el punto de vista de los pobres. Nuestro servicio (diakonía) en la Iglesia debe ser valorado y renovado para que podamos responder a las preguntas que nos plantea la situación cultural, social y religiosa del pueblo. En nuestra misión debemos tener en cuenta los carismas y talentos de los hermanos y, al mismo tiempo, las limitaciones naturales de nuestra contribución.

Misiones.

Dios es siempre imprevisible y misterioso en su diálogo con el hombre y cómo lo impulsa a empeñarse en su Reino! Hace ocho siglos algunos cristianos provenientes de varios países, inspirados por el Espíritu de Dios y de su deseo de servirlo fielmente, se retiraron al Monte Carmelo en la Palestina. Fueron los primeros Carmelitas. Desde entonces, el Señor no ha cesado de llamar a hombres y mujeres a seguirlo en la Familia Carmelita. Ellos, fieles a su llamada a la contemplación, fraternidad y servicio, se hallan esparcido por casi todo el mundo.

El Reino de Dios no ha llegado todavía a su plenitud y el Espíritu continúa llamando a hombres y mujeres a comprometerse por el Reino en el seno de la Familia Carmelita. En efecto, en los últimos años, la Familia del Carmelo ha experimentado un aumento de vocaciones religiosas y sacerdotales... y muchas veces incluso de países donde los miembros del Carmelo ¡no están aún presentes! Para hacer frente a las llamadas de estos jóvenes y acogerlos en la Familia, la Orden Carmelita Descalza se ha empeñado en varias actividades misioneras.

Respondiendo a la llamada del Espíritu, proveniente de distintas partes del mundo, la Orden del Carmen Descalzo se ha empeñado con gran fe y coraje en llevar a cabo estos proyectos. Es el Espíritu de Dios el que ha iniciado a la Orden del Carmelo y el que la ha sostenido durante estos últimos ocho siglos. La realización de estos proyectos no será cosa fácil, pero con la ayuda de Dios, de Ntra. Madre del Carmen, de los cristianos llenos de celo por el Reino de Dios y la buena voluntad de la Familia Carmelita, todo será posible.

El amor a la Iglesia y la dedicación a su servicio están en la esencia misma del carisma teresiano. Sentimos la urgencia de anunciar el evangelio en espíritu misionero, ayudar a las jóvenes iglesias con nuestra presencia, implantar el Carmelo en tierras de misión, hacernos presentes con nuestro apostolado de espiritualidad en las iglesias misioneras…”La vocación del Carmelo teresiano se define en plenitud gracias a la progresiva experiencia eclesial de santa Teresa. Iluminada por este don singular, Teresa fijó la atención en los pueblos aún no cristianos y en adelante se sintió atraída a la contemplación del inmenso horizonte misional” (Cs.6).

sábado, 31 de octubre de 2009

Aspectos esenciales de nuestra vocación.

LA FRATERNIDAD. Los Carmelitas tratan de formar comunidades donde cada uno se sienta aceptado y valorizado no por lo que pudiera ser, sino simplemente por lo que es. Este tipo de comunidad es en sí mismo un testimonio de que el amor de Cristo puede romper las barreras construidas por los hombres y permitir a personas de varias nacionalidades y culturas el vivir juntos en la paz y en la armonía. Los Carmelitas son también conscientes de formar una fraternidad internacional, presente en diversos países del mundo.

EL SERVICIO. Los ermitaños se vieron obligados a abandonar su morada en el Monte Carmelo y a establecerse en Europa. En este nuevo ambiente cambiaron su estilo de vida de ermitaños a religiosos. La diferencia principal es que los religiosos son llamados a servir al pueblo de Dios en el apostolado. Algunas Congregaciones religiosas han sido fundadas para un apostolado específico, pero la Orden del Carmen busca de responder a las necesidades de la Iglesia y del mundo según el tiempo y el lugar. Por este motivo muchos Carmelitas se dedican a las parroquias, escuelas, universidades, centros de retiros espirituales, cárceles, hospitales, etc. El servicio prestado por cada religioso depende de las necesidades de las gentes en medio de las cuales viven y trabajan.

LA CONTEMPLACION. El corazón del carisma carmelitano es la oración y la contemplación. La calidad de la oración determina la calidad de la vida comunitaria y del servicio ofrecido a los otros. La meta final de la vida carmelita es la unión con Cristo. Nosotros tratamos de vivir en la presencia de Dios y de aceptar su voluntad en nosotros. Esto nos obliga a escuchar a Dios que nos habla de varias maneras, pero de modo particular con la Sagrada Escritura. La oración es el modo con el cual nos acercamos a Dios, y al tiempo que crecemos en la amistad con Cristo, nuestra oración se convertirá cada vez más sencilla. Nuestra relación con Cristo nos transforma, nos impele a salir de la cárcel de nuestro egoísmo y a caminar hacia el amor puro por Dios y el prójimo. Somos llamados a conseguir un camino de fe, durante el cual somos purificados de todo aquello que no es Dios, a fin de que podamos revestirnos de Cristo. Hacemos lo posible por responder a la llamada de Dios, pero somos conscientes de que al final, sólo Dios puede cambiar nuestros corazones. Esto nos enseña a esperar pacientemente su venida. En el seguir a Cristo con confianza, nos sirven de inspiración los ejemplos y las virtudes de María, la Madre de Jesús, y del Profeta Elías.

Dado que el carisma se da para provecho del mundo entero, para los Carmelitas la oración y la contemplación no son cuestiones privadas entre el hombre y Dios, sino dones que se deben compartir con el mundo. Por este motivo en la Orden existe una cierta propensión por el ministerio de la oración y de la dirección espiritual. El Carmelita es consciente de que la transformación del corazón humano por parte de Dios puede estar escondida a los ojos de los hombres, pero el resultado final es muy importante para nuestro mundo. El camino de la oración es misterioso y va más allá de la razón humana. La oración nos introduce en el Misterio Ultimo.

El espíritu de oración es la raíz de nuestro carisma en la Iglesia, ser hombres de oración, ser fraternidades orantes. Tenemos necesidad de hacer por medio de la oración una fuerte experiencia de Dios que nos haga testigos cualificados de su palabra ante los hombres. “Todas las que traemos este hábito sagrado del carmen somos llamadas a la oración y contemplación, porque éste fue nuestro principio, de esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo, que en tan gran soledad y con tanto desprecio de mundo buscaban este tesoro” (Moradas V, 1,2).

ESTRUCTURA. La Orden de los Carmelitas Descalzos (siglas: O.C.D.) está estructurada como las otras Ordenes Mendicantes, y es un instituto religioso de derecho pontificio. Su organización es por tanto la típica de los Mendicantes: un cuerpo único dependiente de un Prepósito General y a cuya base están los conventos locales reunidos en Provincias, Delegaciones Generales, Casas bajo la Inmediata Jurisdicción del Prepósito General. El religioso, ligado a este cuerpo unitario, está disponible para ir a una comunidad local, provincial y general, según la actividad a la que se le destine. El Capítulo de una Provincia, celebrado cada tres años, reúne a sus representantes para elegir al respectivo Superior Provincial y a su Consejo y para decidir sobre las cuestiones más importantes. El Capítulo General, celebrado cada seis años, elige al Prepósito General y a su Consejo, y examina y decide sobre los problemas más relevantes de la Orden. El Prepósito General con los miembros del Consejo General reside en Roma, a la que abandona sólo con ocasión de visitas a las Provincias y a las comunidades de la Orden y de la Familia Carmelita

ESCUDO. La representación del escudo carmelita aparece por primera vez hacia finales del siglo XV, en el 1499, en la cubierta de un libro sobre la vida de San Alberto, carmelita. Allí el símbolo gráfico aparece bajo la forma de un "vexillum" (enseña, estandarte, bandera), que luego fue modificándose en los detalles con el correr de los tiempos, hasta asumir la actual forma de escudo heráldico. No ha existido nunca una explicación oficial del mismo, aunque sí ha tenido varias interpretaciones. Aquí, a continuación, exponemos la interpretación que nos parece más adecuada a tenor de los últimos documentos de la Orden.

En el escudo elegido por nosotros encontramos cinco elementos:

Una montaña estilizada de color marrón, con las laderas redondeadas, y cuya cima se proyecta hacia el cielo. Se refiere al Monte Carmelo, lugar de origen de la Orden del Carmen. El Monte Carmelo se encuentra en Haifa en Israel. En el siglo noveno antes de Cristo, vivió aquí el profeta Elías. En el mismo lugar, a finales del siglo doce después de Cristo, algunos eremitas, inspirados en el profeta Elías se agruparon "para vivir en obsequio de Jesucristo" (Regla Carmelita n. 2).

Tres estrellas de seis puntas, de las cuáles, una es de plata en el centro de la montaña y las otras de oro dispuestas simétricamente en el cielo de color blanco, a la derecha e izquierda de las laderas de la montaña. La estrella inferior representa a los carmelitas todavía en camino hacia la cima del Monte Carmelo, mientras las otras dos estrellas superiores representan a los Carmelitas que han terminado su peregrinación y "han culminado la santa montaña" (Misal Carmelita, 1980, Colecta de la Misa Solemne de la B. Virgen María del Monte Carmelo).

La corona de oro representa el Reino de Dios. Él es el Soberano supremo del Carmelo. En efecto, los Carmelitas tratan de "servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" y tienen por vocación "implantar y robustecer en las almas el reino de Cristo y extenderlo por el ancho mundo" Para cumplir este servicio a Dios los Carmelitas se inspiran en las figuras del profeta Elías y de la Virgen María.

Un brazo con una espada de fuego y una banda con una cita bíblica. El origen eliano de la Orden está simbolizado con el brazo de Elías, teniendo una espada de fuego, y una banda con una inscripción en latín: "Zelo zelatus sum pro Domino Deo exercituum" (Ardo de celo por el Señor Dios de los ejércitos [1 Re 19,10]). El brazo y la espada muestran, también ellos, la pasión ardiente de Elías por el Absoluto de Dios, cuya "palabra ardía como antorcha" (Sir 48,1). Para los Carmelitas "Elías es el profeta solitario que cultiva la sed del único Dios y vive en su presencia". Ellos llevan "la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios" .

Doce estrellas. La índole mariana de la Orden está simbolizada en las doce estrellas que recuerdan la aparición de "una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas" (Apoc 12,1). En la Virgen María, Madre de Dios, "los Carmelitas encuentran la imagen perfecta de todo aquello que desean y esperan ser". Para ellos María es Patrona, Madre y Hermana y ellos son "los hermanos de la Beata Virgen María del Monte Carmelo".

Símbolos añadidos. Los Carmelitas Descalzos le adjuntamos al escudo una cruz en el vértice de la montaña desde el siglo XVII.

lunes, 26 de octubre de 2009

Carisma.

Abrazamos la vida religiosa en amistad y servicio de Jesucristo, a imitación y con el patrocinio de la Virgen María, cuya forma de vida, de fe y sencillez, de unión íntima con Jesús y su causa, constituye para nosotros el modelo interior. Nuestra vocación aspira a la unión con Dios por el camino de la contemplación y del fervor apostólico indisolublemente hermanado, formando una comunidad fraterna, signo de comunión en el mundo. La oración, que es vida de oración y oración de vida, se alimenta con la escucha de la Palabra de Dios y la liturgia y con “los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias” de la Iglesia y de la humanidad. Un camino de fe, esperanza y amor.

El carisma es un don que proviene de Dios y es dado a la Iglesia para el mundo. Puesto que a veces el don se refiere a una Orden Religiosa, se dice que tal don ha sido dado por Dios a un individuo o a un grupo, para una nueva familia religiosa en la Iglesia. Este regalo se transmite por los siglos y se enriquece por cuantos son llamados a vivirlo. El carisma de cada familia religiosa es el modo particular con el cual sus miembros son llamados a seguir a Cristo. Ya que todos los cristianos siguen a Cristo, los carismas tienen muchos elementos comunes, pero el modo con el que se presentan más relevante da a cada grupo religioso su impronta particular. La Iglesia ha invitado a todas las familias religiosas a redescubrir el propio carisma originario y de hacerlo vivo en cualquier cultura y en cualquier tiempo.

El carisma de la Orden del Carmen es el regalo de Dios dado a los primeros ermitaños reunidos junto a la fuente del Profeta Elías en el Monte Carmelo, al final del siglo XIII. La Orden del Carmen no conoce un fundador, pero ha nacido del deseo de aquellos primeros eremitas de vivir en obsequio de Jesucristo con corazón puro y recta conciencia. Ellos pidieron a San Alberto, Patriarca de Jerusalén, que les escribiera para ellos una fórmula de vida (c. 1206 - 1214) en conformidad con su ideal.

La Regla de San Alberto y la experiencia vivida por los Carmelitas, mientras han buscado ser coherentes con ella en varias ocasiones, ha dado una forma definitiva al carisma. Podemos decir que el carisma carmelita se compone de varios elementos. El primero, y el más importante, es el seguimiento de Cristo con dedicación total. Los Carmelitas alcanzan este ideal con la formación de comunidades contemplativas al servicio del pueblo de Dios en medio del cual viven. Por tanto, para todos los Carmelitas la fraternidad, el servicio y la contemplación son los valores esenciales de sus vidas.

miércoles, 21 de octubre de 2009

La Orden Carmelita Hoy.

A partir del Concilio Vaticano II, los Carmelitas han venido reflexionando hondamente sobre su propia identidad, sobre su carisma, sobre aquello que está a la base y constituye su proyecto de vida, a saber "vivir en obsequio de Jesucristo y servirlo fielmente con corazón puro y buena conciencia" (Regla). Han encontrado su obsequio a Cristo empeñándose en la búsqueda del rostro de Dios viviente (dimensión contemplativa), en la fraternidad y el servicio (diakonía) en medio del pueblo. Todo esto, ellos lo ven realizado en la vida del Profeta Elías y de la Virgen María, los cuáles han sido guiados por el Espíritu Santo. Mirando a Elías y a María los Carmelitas se encuentran en una situación fácil para comprender, interiorizar, vivir y anunciar la verdad que hace al hombre libre.

Los Carmelitas, conscientes de su pertenencia a la Iglesia y a la historia, viven en una fraternidad abierta a Dios y al hombre, capaces de escuchar y dar respuesta auténtica de vida evangélica en base a su propio carisma y se empeñan en la construcción del Reino de Dios dondequiera se encuentren. De hecho, ellos están comprometidos con la evangelización en las casas de oración, en los centros de retiros espirituales, en las parroquias, en los santuarios marianos, en las escuelas y colegios, en las asociaciones religiosas; y con la Justicia y Paz en aquellos ambientes donde la dignidad humana todavía es pisoteada, entre los pobres, los marginados, los que sufren.

A este empeño de los Carmelitas, que es vario y vasto, se une la estrecha colaboración de un gran número de comunidades de monjas, Congregaciones de las Hermanas de Vida Apostólica, Laicas de vida consagrada, numerosos grupos de Terceras Ordenes y Cofradías del Santo Escapulario. Todos estos grupos surgidos por el Espíritu a través de los siglos, inspirados en la Regla del Carmelo están íntimamente unidos por el vínculo del amor, de la espiritualidad y de la comunión de bienes espirituales y por tanto, constituyen en la Iglesia la Familia Carmelita.

Actualmente la Orden Carmelita Descalza (rama de religiosos, 3971 miembros en el año 2008) está formada por Provincias presente en más de 69 naciones, distribuidos en 497 conventos y 64 casas más como centros de oración, etc. De esos miembros, 2565 son sacerdotes, 289 hermanos no – clérigos profesos solemnes. En formación tenemos 131 clérigos profesos solemnes y 800 profesos temporales. Los profesos temporales no- clérigos son 37. Los clérigos novicios 194 y los no- clérigos 9. Numéricamente ocupamos el lugar 12º entre los 360 institutos religiosos masculinos de Derecho Pontificio. Son 20 los obispos carmelitas en el mundo y dos arzobispos.

Un dato significativo es que la Orden cuenta con más de 120 casas dedicadas directamente al apostolado de la espiritualidad (Casas de oración, Casas de retiro, Institutos de espiritualidad); pero también las otras formas de apostolado se caracterizan cada vez más en sentido teresiano – sanjuanista.

domingo, 18 de octubre de 2009

Restos del Primer Monasterio Carmelita.

Bien pronto se multiplicaron y florecieron en la ciencia y en la santidad. Con el tiempo se acercaron a los religiosos algunas mujeres, que se transformaron en el 1452 en monjas que vivían en propias comunidades.

En los siglos XV-XVI hubo cierto relajamiento en diversas comunidades, combatido por obra de Priores Generales y por algunas reformas para poner freno a la profusión de abusos y mitigaciones. La más conocida es ciertamente la llevada a cabo en España por Santa Teresa de Jesús para la reforma de las monjas y después de los religiosos, ayudada por San Juan de la Cruz y el P. Jerónimo Gracián. El aspecto más importante de la labor de Santa Teresa es no tanto el haber combatido la mitigación introducida en la vida del Carmelo, cuanto más bien el haber integrado en su proyecto elementos vitales y eclesiales de su época. En el 1592 esta reforma, llamada de los "Carmelitas Descalzos" o "Teresianos" se hizo independiente de la Orden Carmelita y tuvo un gran desarrollo. Se tienen así dos Órdenes del Carmelo: la de "Los Carmelitas", llamados también de la "Antigua Observancia" o "Calzados", y la de "Los Carmelitas Descalzos" o "Teresianos", que consideran a Santa Teresa de Jesús como su reformadora y fundadora.

A pesar de esta división, en los siglos sucesivos la Orden Carmelita continuó su camino espiritual. Numerosos religiosos y religiosas ilustres dieron vida al Carmelo con su espiritualidad y su genio. Grandes avances se dieron también entre los seglares con la institución de la Tercera Orden del Carmen y de las Cofradías del Escapulario del Carmen en varias partes del mundo.

Al inicio de la Revolución Francesa la Orden Carmelita estaba ya establecida en todo el mundo.

jueves, 15 de octubre de 2009

Origen de la Orden.

La Orden de los Carmelitas tiene sus orígenes en el Monte Carmelo, en Palestina, donde, como recuerda el II Libro de los Reyes, el gran Profeta Elías luchó en defensa de la pureza de la fe en el Dios de Israel, venciendo en la lid con los sacerdotes de Baal y donde el mismo Profeta, orando en la soledad, vio aparecer una nubecilla portadora de benéfica lluvia después de la sequía. Desde siempre este monte ha sido considerado el jardín floreciente de Palestina y símbolo de fertilidad y belleza. "Karmel" de hecho significa "jardín".

En el siglo XII (quizás después de la tercera cruzada, 1189-1191) algunos penitentes-peregrinos, provenientes de Europa, se establecieron junto a la "fuente de Elías", en una de las estrechas vaguadas del Monte Carmelo, para vivir en forma eremítica y en la imitación del Profeta Elías su vida cristiana en la misma tierra del Señor Jesucristo. Tanto entonces como después los Carmelitas no reconocieron a ninguno en particular con el título de fundador, permaneciendo fieles al modelo Elías ligado al Carmelo por episodios bíblicos y por la tradición patrística greco-latina, que veía en el Profeta uno de los fundadores de la vida monástica. Habiendo sido construida una pequeña iglesia en medio de las celdas, la dedicaron a María, Madre de Jesús, desarrollando el sentido de pertenencia a la Virgen como la Señora del lugar y como Patrona, y tomaron de ahí el nombre de "Hermanos de Santa María del Monte Carmelo". El Carmelo por este motivo está profundamente ligado a Elías y a María. Del Profeta ha heredado la pasión ardiente por el Dios vivo y verdadero y el deseo de interiorizar la Palabra en el corazón para testimoniar su presencia en el mundo; con María, la Virgen Purísima Madre de Dios, se empeña en vivir "en obsequio de Jesucristo" con los mismos sentimientos de intimidad y profundidad de relación que tuvo María.

Este grupo de ermitaños laicos para tener una cierta estabilidad jurídica se dirigió al Patriarca de Jerusalén, Alberto Avogadro (1150-1214), residente en aquel tiempo en San Juan de Acre, en las cercanías del Monte Carmelo. Este escribió para ellos una norma de vida, entre el 1206-1214. Sucesivas aprobaciones de esta norma de vida por parte de varios papas ayudaron al proceso de transformación del grupo hacia una Orden Religiosa, cosa que aconteció con la aprobación definitiva de tal texto como Regla por Inocencio IV en el 1247. La Orden del Carmelo fue de este modo inserta en la corriente de las Ordenes Mendicantes.

Hacia el 1235, sin embargo, los Carmelitas debieron en parte abandonar el lugar de origen, a causa de las incursiones y persecuciones de los sarracenos, que estaban reconquistando la Tierra Santa, retomándola a los cruzados. Regresaron en general a los países de origen en Europa.

lunes, 12 de octubre de 2009

Laicos, Carmelo Seglar.

Carmelo seglar: unos 40.000 miembros. No podemos olvidar a los miembros del Carmelo Seglar, clérigos y laicos que están unidos, de alguna manera, a la Orden, no sólo por motivos de orden profesional o pastoral, sino para participar de la espiritualidad y de la misión del Carmelo. Además hay más de 63 institutos agregados al Carmelo Teresiano. Desde sus origines, los Carmelitas han ayudado a grupos de laicos a vivir su vida cristiana por medio de la devoción a la Virgen, de la oración y de la caridad. Con el tiempo los grupos más maduros se reunieron en una institución bien organizada, con lazos específicos: la Tercera Orden del Carmen, una verdadera escuela de santidad y de empeño eclesial, con una propia regla. Con carácter más popular y masivo nació la Cofradía del Santo Escapulario, una asociación de devotos de la Virgen, que llevan el Escapulario del Carmen y se comprometen principalmente, en el campo litúrgico y diaconal de la vida cristiana. Hoy la presencia de la espiritualidad carmelita en medio de los laicos comprometidos también se desarrolla con nuevas formas: Institutos seglares, Asociaciones juveniles, Grupos misioneros, Fraternidades evangélicas, Movimientos de oración, Círculos de espiritualidad. Una de las manifestaciones más importantes de esta participación laical en la vida del Carmelo es vestir el Escapulario del Carmen y honrar a la Virgen, especialmente con el título de Nuestra Señora del Carmen. En cada convento de religiosos o monjas y en muchísimas iglesias se venera la imagen de la Virgen del Carmen, principalmente en algunos santuarios muy frecuentados por los fieles.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Monjas.

El nombre de "carmelitas" tiene su origen en el Monte Carmelo, la montaña del profeta Elías, que en la tradición bíblica y patrística significa fecundidad, belleza, generosidad y riqueza de gracia. Todo esto, aplicado a la vida espiritual, es cuanto desean vivir y presentar al mundo de hoy las monjas carmelitas de vida contemplativa. Desde el año 1400 algunas piadosas mujeres, que buscaban una más profunda espiritualidad, quisieron adaptar – el espíritu del Carmelo y su Regla a su condición femenina, bajo la guía de los religiosos. Así nacieron las monjas carmelitas, con la fecha oficial de fundación en el año 1452, en Florencia, siendo conocidas como comunidades orantes, todas dedicadas a la meditación, a la oración, al trabajo y a la penitencia. En Francia se difundieron con rapidez.

El año 1562 Teresa de Jesús inició la famosa reforma "teresiana", con el propósito de conseguir una vida carmelita conforme a la tipología de la vida religiosa que poco después sería propuesta por el Concilio de Trento. Se trataba de una reforma que, como las precedentes y las siguientes, debía permanecer dentro de la gran familia. Pero después de la muerte de Teresa de Jesús, el grupo de "Carmelitas Descalzas" siguió la suerte de los "Carmelitas Descalzos" separándose del tronco originario y constituyéndose en grupo aparte. Las monjas carmelitas son mujeres que han descubierto el valor absoluto del Reino de Dios, y desean hacerlo ya realidad en sus monasterios, como fraternidades orantes al servicio de la Iglesia. Se comprometen a vivir en íntima unión con Jesús, Dios y hombre, para realizar hoy el proyecto de Dios sobre la humanidad. Pretenden ser un signo visible de la unión de Dios con el mundo. Lo llevan a la práctica según el espíritu del Carmelo, fecundando el mundo con la vivencia de la presencia de Dios, alabándolo permanentemente, mostrando su belleza imperecedera y su inagotable riqueza de gracias y de buenas obras para quienes lo sirven con generosidad. Las carmelitas muestran la alegría de servir al Señor y vivir en su presencia amorosa todos los días. En definitiva, ellas hacen realidad la certeza de que Dios nos ama y a El entregan su vida y su amor total. Quieren vivir como la Virgen María, abiertas a la voluntad de Dios y proclamando su amor.

Como la Iglesia y demás las Órdenes Religiosas, ellas mantienen la fidelidad al carisma carmelita, sufrido los avatares de la historia. Han renovado sus Constituciones según el espíritu del Concilio Vaticano II, y hoy son casi unas 10.226 religiosas y viven en unos 821 monasterios de todo el mundo. Siguiendo las recomendaciones de la Iglesia en tiempos, algunos monasterios se han agrupado para formar Federaciones de monasterios con Estatutos propios. La Federación es un medio importante para comunicarse mejor, para llevar a cabo la formación inicial y permanente, para compartir las ayudas en todas las necesidades para cumplir mejor su misión y para vivir de manera más fraternal. Las carmelitas descalzas tienen unos 821 monasterios, de ellos 776 con 10.226 religiosas habían optado por las constituciones de 1991; 126 optaron por las constituciones de 1990 y 9 optaron por las de l990 pero con algunos números de las del 91.

Frailes.

La Orden de los Carmelitas, reconocida por la Iglesia entre los Institutos clericales, está compuesta por religiosos que, profesando los tres votos de obediencia, pobreza y castidad, tienen un fin común: vivir la vida consagrada según el espíritu del Carmelo.

La Orden está estructurada en Provincias, Territorios Autónomos y conventos sometidos a la inmediata jurisdicción del Prepósito General. En cada entidad existen casas de formación, según las etapas del camino del formando. El prenoviciado: Generalmente dura de seis meses a un año. El noviciado: Normalmente dura un año, al término del cuál se emite la profesión religiosa. El estudiantado: Es el período en el cuál el candidato intensifica y profundiza su experiencia del seguimiento de Cristo en la Orden y en la Iglesia. Comprende los estudios filosófico-teológicos y la especialización en las varias ciencias, la formación a los diversos ministerios eclesiales y específicos de la Orden y la preparación de los que son presentados como candidatos al sacerdocio.

domingo, 4 de octubre de 2009

Familia Carmelitana.

La multiforme encarnación del carisma del Carmelo es para nosotros motivo de alegría y confirmación de una fecundidad creadora, vivida bajo el impulso del Espíritu, que hay que acoger con gratitud y discernimiento. Todas las personas y grupos, institucionales o no, que se inspiran en la Regla de San Alberto, en su tradición y en los valores expresados en la espiritualidad carmelita constituyen en la Iglesia la Familia Carmelitana.

Tales somos nosotros y nuestros hermanos de la Antigua Observancia, las monjas de una y otra rama, las congregaciones religiosas agregadas, las Terceras Órdenes seculares, los institutos seculares, los asociados a la Orden por medio del santo Escapulario y los que, por cualquier otro título o vínculo, gozan de la agregación a la Orden y aquellos movimientos que, si bien jurídicamente no forman parte de ella, buscan inspiración y apoyo en su espiritualidad, al igual que todo hombre y mujer que se siente atraído por los valores vividos en el Carmelo.

“Vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia”: esta frase de inspiración paulina es la matriz de todos los componentes de nuestro carisma y la base sobre la que Alberto construyó nuestro proyecto de vida. El peculiar contexto palestino de los orígenes y la aprobación de la Orden en su evolución histórica por parte de la Sede Apostólica han enriquecido con nuevos sentidos inspiradores la fórmula de vida de la Regla. Los Carmelitas viven su obsequio de Jesucristo, comprometiéndose en la búsqueda del rostro del Dios vivo (dimensión contemplativa de la vida), en la fraternidad y en el servicio (diakonía) en medio del pueblo.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Los y las Carmelitas.

El Monte Carmelo. Solar nativo de la orden carmelitana, el Monte Carmelo, en Palestina. Lindando con el Mediterráneo, Samaría y Galilea. Sitio agraciado y agradable. De real y simbólica hermosura. Con más de una cita en la Biblia.

Buena cuna para el brillo de su historia. Su Precursor, Elías.

Austeridad, recogimiento. Y, a flor de labios, el “vive Dios en cuya presencia estoy”.

Llama interior y fuente de aguas vivas.

Lo eremítico y lo apostólico en fácil desdoblamiento. Al servicio de la Iglesia: presentida primero y fundada después.

De Oriente, pasan los carmelitas a Occidente. Y al mundo entero. A lo cristianizado y a lo por convertir. Duplicando talentos para sí y para los demás.

Orden carmelitana: en aquella Palestina de tanto esperar, el esbozo de su manera de ser; y ahora, en cualquier parte, el reclamo de sus eternos valores. Vive con el tiempo a una.

“Y subiendo a un monte, llamó para sí a los que El quiso, para que le acompañaran… y para enviarles a predicar”. (Marcos, XXX – 13 – 14).

“Grande e ilustre familia religiosa, que representa históricamente uno de los más insignes y eficaces esfuerzos de la Iglesia Católica” (Pablo VI en el discurso al Capítulo General de los Carmelitas).

jueves, 10 de septiembre de 2009

Cronología del Proceso de la Causa de Beatificación y de Canonización de la Sierva de Dios Madre María Teresa de la Santísima Trinidad.

Fallecimiento de la Sierva de Dios.- El 29 de noviembre de 1841 fallece a los cincuenta y siete años de edad en su ciudad natal, Nueva Guatemala de la Asunción, María Teresa Aycinena Piñol, la Sierva de Dios Madre María Teresa de la Santísima Trinidad.

Fama de santidad.- Desde esa fecha, la fama de santidad, que ya le había acompañado en vida, va creciendo de día en día.

Primera biografía.- Igualmente contribuye en gran medida a difundir sus virtudes la hermosa y completa biografía del Pbro. Ildefonso Albores terminada de escribir el año 1890.

Nombramiento del Postulador.- El 12 de noviembre de 2006, la Asociación Pro-Canonización Madre María Teresa Aycinena nombra como postulador para la fase diocesana, al P. Jesús María Sarasa ocd, natural de Navarra, dando el visto bueno el Sr. Arzobispo Rodolfo Cardenal Quezada Toruño el 13 de noviembre de 2006

Primeros trabajos.- El P. Jesús María Sarasa, por su condición de carmelita, acepta gustoso este encargo e inmediatamente da los primeros pasos canónicos para promover la Causa.

Inicio de la Causa.- El 12 de diciembre de 2007 el P. Jesús María Sarasa, Postulador, entrega la carta de petición de inicio de la causa al Arzobispado Metropolitano, Mons. Rodolfo Cardenal Quezada Toruño.

Apoyo de la Conferencia episcopal de guatemalteca.- La Conferencia Episcopal Guatemalteca da su total apoyo al Sr. Arzobispo Metropolitano de Santiago de Guatemala, Rodolfo Cardenal Quezada Toruño, en la causa del Proceso de beatificación y canonización de la Madre María Teresa de la Santísima Trinidad Aycinena.

Nihil Obstat solicitado por el Señor Arzobispo.- Considerando que su vida, obras y muerte ofrecen suficiente fundamento para incoar el Proceso, con fecha 22 de febrero de 2008, el Sr. Arzobispo de la Arquidiócesis, Santiago de Guatemala, Mons. Rodolfo Cardenal Quezada Toruño, cursa preces al Santo Padre, solicitando el Nihil Ostat para introducir la Causa de Canonización.

El 9 de abril de 2008, el Prefecto de la Congregación, José Cardenal Saravia Martins le comunica a Mons. Rodolfo Cardenal Quezada Toruño que puede sin inconveniente iniciar el proceso de canonización de la Madre María Teresa Aycinena.

Nombramiento del Tribunal Eclesiástico Diocesano.- Para integrar el Tribunal que recoja las pruebas e informaciones en la Causa de beatificación y canonización de la Madre María Teresa Aycinena, el Señor Arzobispo Metropolitano de Santiago de Guatemala por medio del decreto del 22 de abril de 2008, designó a los siguientes presbíteros: Juez Instructor, al R.P. Dr. Pedro Martinello, pssc; Promotor de Justicia, al señor Presbítero Dr. Luis Felipe Alonso Baeza; Notario, al señor Presbítero Lic. Eddy René Calvillo Díaz y Notaria Adjunta, a la señora Licenciada Ana Lucía Rámila Falla de Triay.

Juramentación del Tribunal Eclesiástico Diocesano.- El 30 de abril de 2008, juramentaron cumplir con sus obligaciones los componentes del Tribunal Eclesiástico.

Apertura Pública del Proceso de beatificación y canonización.- El día 30 de abril de 2008 el Arzobispo Metropolitano de Santiago de Guatemala, Mons. Rodolfo Cardenal Quezada Toruño, presidió la apertura del Proceso Diocesano de beatificación y canonización de la Carmelita Descalza, Madre María Teresa de la Santísima Trinidad Aycinena, en la S.I Catedral Metropolitana de la Nueva Guatemala de la Asunción. En lugar destacado se encontraba Mons. Bruno Musaró, Nuncio Apostólico. Millares de fieles, testigos del Proceso, numerosos sacerdotes y religiosos/as abarrotaban el templo.

Ceremonia jurídica en la Catedral.- La sesión de Apertura se desarrolló de la siguiente manera: El Postulador, P. Jesús María Sarasa, ocd, explicó en primer lugar el significado de este acto jurídico y sus distintas partes. Seguidamente se cantó Vísperas. A continuación el Postulador, P. Jesús María Sarasa, ocd, hizo una presentación de la ceremonia haciendo hincapié de su interés particular por esta causa debido a su condición de carmelita.

El Sr. Canciller – Secretario del Obispado, como notario de este acto, al no estar todavía en funciones el titular del Tribunal, dio lectura a la documentación presentada en este Proceso y a la recibida de Roma, así como el Decreto del Sr. Arzobispo introduciendo la causa.

El Prelado nombró y confirmó el Tribunal que en el futuro examinará las declaraciones de los testigos que en esos momentos presentó el Postulador.

Tanto el Sr. Arzobispo como el Tribunal y Postulador prestaron el juramento de sus respectivos cargos.

Terminó esta parte jurídica leyendo el acta el Sr. Canciller- Secretario del Arzobispado.

Interrogatorio de los testigos.- A los pocos días de la apertura del Proceso de beatificación y canonización de la Sierva de Dios Madre María Teresa de la Santísima Trinidad Aycinena, se inicia el interrogatorio de los testigos que habían de desfilar ante el Tribunal Diocesano.

Las Sesiones se celebran en el Despacho de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen (El Carmelo).

En algunos interrogatorios también se analizan algunos posibles favores o circunstancias excepcionales que acompañaron a la Sierva de Dios en vida o después de su muerte. En tales casos, como es de precepto, el Tribunal ha actuado con toda cautela y rigor, imperando siempre la prudencia más exquisita.

Trabajo intenso de estas sesiones.- Son sesiones arduas, intensas que duran mucho tiempo, en que los testigos van respondiendo al interrogatorio..

Laboriosa es también la tarea del Tribunal que tiene que revisar cada una de las Sesiones por si hay alguna motivación de nuevas citaciones.

Contestación de la Sagrada Congregación.- La Sagrada Congregación para las Causas de los Santos en reunión ordinaria de 6 de junio de 2008 se digna responder que NADA OBSTA en el inicio del Proceso de la Causa de la Madre María Teresa.

Recibo del Nihil Obstat.- El 5 de agosto de 2008 se abonó a la tesorería de la Arquidiócesis de Santiago de Guatemala, por concepto del Nihil Obstat en la causa de beatificación y canonización de la Madre María Teresa Aycinena.

Ausencia de dolo o de fraude.- El 4 de diciembre de 2008, Mons. Rodolfo Cardenal Quezada Toruño, declara la ausencia de dolo o de fraude en la causa de beatificación y canonización de la Madre María Teresa de la Santísima Trinidad. Y manifiesta que el retraso de la introducción de dicha causa obedeció a la persecución sufrida por la Iglesia en la época inmediata a su muerte.

Nombramiento de la Comisión Histórica.- El 11 de febrero de 2009 el Arzobispo Metropolitano de Santiago de Guatemala, Rodolfo Cardenal Quezada Toruño designa los integrantes de la Comisión Histórica en la Causa de Beatificación y Canonización de la Madre María Teresa de la Santísima Trinidad.

Juramento de la Comisión Histórica.- El Juramento de la Comisión Histórica en el Proceso de la Canonización de la Madre María Teresa se llevó a cabo el 04 de marzo de 2009.

Recogida de escritos de la sierva de Dios y sobre la sierva de Dios.- Al propio tiempo se realiza el delicado trabajo de recoger los escritos de la Sierva de Dios. Y el más arduo trabajo de transcribir todo el material que se encuentra escrito a mano.

Este es el camino recorrido en el Proceso de la Causa de beatificación y canonización de la Sierva de Dios Madre María Teresa de la Santísima Trinidad Aycinena, hasta el día de hoy 10 de septiembre de 2009.

El proceso de beatificación y canonización.

Por canonización se entiende el acto pontificio por el que el Santo Padre declara que un fiel ha alcanzado la santidad. Para proceder a la canonización de un fiel se efectúa un verdadero proceso judicial de los más rigurosos que existen en el mundo. El proceso de canonización es uno de los procesos especiales que están regidos por una norma específica. El procedimiento que se debe seguir en las causas de canonización está recogido actualmente en la Instrucción Sanctorum Mater, aprobada y ordenada publicar por el Sumo Pontífice Benedicto XVI el 22 de febrero de 2007.

En la fase previa al proceso de beatificación, la Iglesia pide que se introduzcan causas de beatificación de fieles que hayan fallecido con fama de santidad, y que ésta sea constante y difundida en diversos lugares. Quienes deseen promover la beatificación de un fiel, pueden editar y distribuir estampas, hojas informativas y otros impresos en las que se contengan oraciones al fiel, pero en ellos debe constar la finalidad de la devoción privada de dicho material impreso.

Una vez beatificado el siervo de Dios, para llegar a la canonización se debe hacer un nuevo proceso. El procedimiento para la canonización es similar para los beatos mártires y los beatos por vía de virtudes heroicas.

En la canonización se espera a la intervención de Dios: es decir, lo que se debe probar es que ha habido un milagro atribuible a la intercesión del beato. Por lo tanto, se requiere un milagro para proceder a la canonización de un beato. El milagro debe ser posterior a la beatificación. Si se da un hecho extraordinario que puede ser milagro, se procede de modo similar al milagro anterior a la beatificación: se inicia un proceso de milagro, que es similar al proceso del milagro para la beatificación. Vale por lo tanto todo lo dicho en su lugar. Una vez terminado el proceso en el que se prueba que ha habido un milagro, el Santo Padre -si lo estima procedente- promulgará el decreto por el que se ordena la canonización, y la fecha se decide en un Consistorio de Cardenales.

Por lo tanto, para proceder a la canonización de un siervo de Dios, se ha debido probar en juicio que ha habido dos milagros. Sin embargo, si el proceso es por vía de martirio, se debe probar sólo un milagro.

El proceso diocesano de canonización.

Existen dos vías para la beatificación, se puede introducir un proceso de beatificación por virtudes heroicas, o bien puede incoarse un proceso de martirio. Los recorridos procesales, en ambos casos, son distintos. El proceso de beatificación por la vía de virtudes heroicas tiene como finalidad la declaración de que el fiel vivió las virtudes cristianas en grado heroico. Mientras que si el proceso se desarrolla por la vía de martirio, la duda sobre la que se establece el proceso es si el fiel sufrió martirio por su fe.

En todo proceso -y también en el de beatificación y de canonización- hay un actor, que es quien asume la responsabilidad de impulsar el proceso hasta terminarlo. Puede ser actor del proceso de beatificación cualquier persona, física o jurídica. Quien desee promover una canonización, ha de tener en cuenta que es una tarea que excede a una sola persona, por los plazos de tiempo que requiere y por el trabajo que exige. El actor, además, ha de nombrar un postulador de la causa. El postulador tiene la función de representar al actor en la causa, es él quien de hecho se encarga de impulsar la causa.

El tribunal competente para iniciar la causa de beatificación es el del lugar en que ha fallecido el fiel El postulador ha de presentar una biografía del fiel, todos los escritos del fiel -publicados e inéditos, como cartas, notas de conciencia, etc.- y una lista de personas que puedan testificar sobre la vida del fiel. También ha de añadir las razones que avalan la petición, difusión de la devoción privada, atribución de favores por su intercesión, etc.

Desde el momento de la introducción de la causa, al fiel cuya canonización se pretende se le llama siervo de Dios. El hecho de que un fiel sea siervo de Dios no prejuzga de ningún modo su santidad; es más, se pueden ofrecer sufragios (Misas de difuntos y oraciones) por su alma. Una vez introducida la causa por el actor, el Obispo ha de designar censores teólogos que examinen los escritos publicados por el siervo de Dios.

La decisión de Obispo debe tener en cuenta el bien de la Iglesia universal, para lo cual le puede ayudar conocer la fama de santidad del siervo de Dios y la difusión de su devoción. Si decide que la causa de beatificación se inicie, promulga un decreto por el que constituye un tribunal, nombrando al menos un juez y un promotor de justicia. El promotor de justicia tiene la función de buscar la verdad del caso, a veces se le ha designado “el abogado del diablo”, porque en otras épocas no buscaba la verdad, sino que su función era poner dificultades. Muchas veces participa también en el tribunal un secretario-notario. En el decreto el Obispo ordena también la recogida de pruebas y de testimonios.

El objetivo del proceso es establecer si el siervo de Dios vivió en grado heroico las virtudes cristianas y su fama de santidad; para ello se examina la vida del siervo de Dios, y se intenta averiguar, por los hechos de su vida, el modo de vivir las virtudes. Nótese que importan poco los hechos extraordinarios que puede haber habido en la vida de un siervo de Dios, una causa en las que el postulador aporte sólo hechos extraordinarios, y no aporte pruebas del modo en que el siervo de Dios vivió las virtudes, difícilmente prosperará. Existe la práctica de considerar que se han vivido las virtudes heroicas, si el siervo de Dios luchó por vivirlas al menos los últimos cinco últimos años de su vida. Este criterio se ha flexibilizado recientemente en las causas de niños.

Naturalmente, lo dicho vale para las causas por virtudes heroicas, si la causa es de martirio, se centrará en el momento de la muerte del siervo de Dios, pues se trata de demostrar que murió por odio a la fe. No importarán, por lo tanto, el modo de vivir las virtudes heroicas. Las pruebas que se han de aportar se referirán, por lo tanto, al momento de su muerte.

Una vez constituido el tribunal, en él se interrogan a los testigos, los cuales preferiblemente deben ser de visu (de vista); si no existen, o alguno aporta datos importantes, se pueden proponer testigos ex auditu (de oído). Se deben proponer un número notable de testigos que no pertenezcan al mismo instituto de vida consagrada del siervo de Dios, si es el caso, y también a personas contrarias a la causa. Una vez terminada la fase probatoria, se redacta un documento en el que se examinan los datos recogidos (la llamada positio) y se envían todas las actas a la Congregación para las Causas de los Santos. Después de esto llega la fase romana del proceso de beatificaión.

El proceso romano de canonización.

En la Santa Sede es competente la Congregación para las Causas de los Santos. Dentro de la Congregación, existe un Colegio de Relatores. Su función es recibir las causas que llegan e impulsarlas, de acuerdo con las normas de la propia Congregación y con el máximo rigor.

Una vez recibida la causa, se asigna a uno de los Relatores, el cual preparara las ponencias sobre las virtudes o sobre el martirio del Siervo de Dios. Esta tarea se suele prolongar durante muchos años, pues depende ante todo de la importancia de las causas; y la importancia la determina principalmente la fama de santidad. Por eso si el postulador quiere impulsar una causa, puede recoger relatos de favores atribuidos a la intercesión del siervo de Dios, si es posible con documentación que avalen el milagro como informes médicos, declaraciones juradas, etc. También son útiles otros documentos que avalen la fama de santidad, como cartas que escriben los fieles. Otro hecho que impulsa la causa es que se haya iniciado ya el proceso de un presunto milagro.

La ponencia sobre las virtudes o sobre el martirio se presenta a la Comisión de Teólogos, los cuales emiten su voto. Si éste es favorable, se entrega a los Cardenales y Obispos miembros de la Congregación. Si su voto también es favorable, se presenta al Santo Padre la propuesta de que se apruebe el decreto de virtudes heroicas del siervo de Dios: una vez aprobado, el siervo de Dios recibe el título de Venerable. Las normas litúrgicas no permiten dar ningún culto a los siervos de Dios declarados Venerables, pero desde el momento de su declaración han de cesar los sufragios por su alma, puesto que la Santa Sede ha juzgado que ha vivido en grado heroico las virtudes cristianas.

El proceso del milagro.

Es competencia del Obispo del lugar en que haya ocurrido la investigación del milagro que se atribuye a la intercesión de un siervo de Dios. Se considera milagro a estos efectos un hecho que no es explicable por causa naturales, y que se atribuye a la intercesión de un siervo de Dios. La mayoría de los milagros son de naturaleza médica, pero es posible investigar milagros de otro tipo; en cualquier caso, el milagro debe ser físico: "la práctica ininterrumpida de la Iglesia establece la necesidad de un milagro físico, pues no basta un milagro moral", según recordó Benedicto XVI en el Mensaje al prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Así, un milagro no médico que ha valido para una beatificación ha sido una multiplicación de arroz: a modo semejante a la multiplicación de los panes y los peces, una gran multitud pudo comer con el contenido de un poco de arroz. El hecho ocurrió el 25 de enero de 1949 en Olivenza (Badajoz, España) por intercesión de San Juan Macías, y de tres tazas de arroz echados en una olla salieron bastantes ollas de arroz hervido. Fueron testigos todos los habitantes del pueblo. El milagro sirvió para la canonización del santo.

Al igual que en el proceso de virtudes heroicas, el postulador iniciará el proceso en el tribunal competente y propondrá las pruebas pertinentes. En el caso de milagros médicos, son útiles las pruebas médicas anteriores a la curación y posteriores, así como el testimonio de los médicos. No se debe olvidar demostrar que la curación fue por intercesión del siervo de Dios: deberá testificar, por lo tanto, la persona que haya pedido el favor al siervo de Dios (que puede ser el beneficiado por el milagro, u otra persona).

Sólo serán relevantes los milagros que bajo ningún aspecto pueda ser explicable por causas naturales. En el caso de las curaciones, por ejemplo, se debe descartar una curación por causas médicas que aún no se explican, pero quizá algún día se conocerán. El postulador deberá buscar asesoramiento de un buen médico con recto criterio antes de iniciar el proceso.

Al igual que en el proceso ordinario, se redacta una positio y se envían las actas a la Congregación para las Causas de los Santos. En este caso, sin embargo, no se interviene un relator. Los milagros atribuidos se estudian en una Comisión de peritos (que será de médicos, si el favor es una curación), después en un Congreso especial de los teólogos, y por fin en la Congregación de los padres cardenales y obispos. Si los informes de los tres grupos es favorable, se presenta al Papa, que es quien tiene la competencia de determinar lo que sea conveniente.

Si el Santo Padre lo estima conveniente, emite un decreto por el que se aprueba el milagro y se ordena la beatificación.